domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Qué fue de la Catarsis Erasmista?

Basta ya. No sé vosotros, pero yo estoy harta. Harta de esperar entradas que no se publican. Harta de que me prometan secciones que nunca llegan a estrenarse. Harta de leer mentiras.

¿Qué fue de La Catarsis Erasmista? No lo sé. Eso que se lo pregunten a sus redactores. Pero como a chismosa no me gana nadie, y hoy he venido aquí con el firme propósito de no dejar títere con cabeza, voy a revelaros algunos secretos:

EL EXARCA DE KYOTO

El Exarca de Kyoto, anteriormente conocido como Exarca de Rávena, si fuera ligeramente honesto con sus lectores pasaría a denominarse el Exarca de Éxeter (título que, por cierto, como aliteración no tiene precio).

Hastiado de la vida en la Península, el Exarca ha puesto pies en polvorosa y ha fijado su destino (y su actual residencia) en Reino Unido. Si lo ha hecho teniendo en mente seguir los pasos de algún varón ejemplar de aquellas tierras, como el bueno de Tomás Moro, o si por el contrario sus ideales están más ligados a la figura de energúmenos como Enrique VIII, sólo el tiempo lo dirá.

De momento, su aportación a La Catarsis Erasmista en lo que llevamos de año se ha restringido, como no podía ser de otra manera, a los EMCs 2015. Y pare usted de contar.

BEATA BEATRIX


El porqué de que la Beata siga figurando entre los miembros de este blog supone un misterio de tal envergadura que Sherlock Holmes lleva sin pegar ojo años tratando de resolverlo. Si alguien se ve capacitado para ofrecer una explicación coherente a este fenómeno, por favor, que se ponga en contacto conmigo a la mayor brevedad posible.

Poco se sabe de la Beata, a parte de que le ha dado la espalda al Manifiesto Erasmista sin pudor ni vergüenza. ¿Alguno recuerda aquella proclama? Fue una de las primeras entradas que se publicaron en este pretendido "espacio humanista" y, según sus autores, consignaba los postulados esenciales de su filosofía de lo absurdo.

Os animo a que releáis el citado manifiesto y descubráis hasta que punto resulta irónico si lo comparamos con el modus vivendi de la Beata a día de hoy. Y lo peor no es eso, sino que ya ni siquiera podéis verla lucir sus jerséis de agujeros mientras pasea por las calles de Madrid. Las malas lenguas dicen, incluso, que su camisa de franela a cuadros reposa en el armario, cubierta por una gruesa capa de polvo.

De todas formas, ¿cuántas veces habéis visto a la Beata publicar algún tipo de contenido en La Catarsis Erasmista, por escueto que sea, durante los últimos años? Os animo a que repaséis el archivo del blog en busca de su última entrada de autoría individual.

1215


Quizá el de 1215 sea el más deplorable caso de traición registrado en los anales de la Historia desde que Judas Iscariote le plantó un par de besos a Cristo en el moflete. No olvidéis que Dante mandaba a los traidores al último círculo del Infierno, ya que consideraba la traición como el peor pecado de todos.

1215, el último bastión de este maltrecho blog, ha abandonado el gélido abrigo de la Universidad Complutense de Madrid para unirse a las filas de la Universidad Rey Juan Carlos y beneficiarse de sus modernos sistemas de climatización, de sus ordenadores perfectamente funcionales y de las sillas exentas de su cafetería. 

Pero eso no es lo peor. Lo que de verdad me enerva es que me han llegado rumores de que 1215 planea inaugurar un nuevo blog en los próximos meses. Otro blog, independiente de La Catarsis Erasmista, donde pretende publicar (y publicará, de eso estoy segura) contenidos con mayor asiduidad de lo que lo hace aquí.

¿Veis que se le esté cayendo la cara de vergüenza? Porque a mí, desde luego, no me lo parece.


Ni siquiera los colaboradores externos están a salvo de esta "maldición catártica". A Laesse James no se le ha vuelto a ver el pelo después de su incursión en el mundo de los superhéroes, y tampoco hay noticias del tercer número de INTERCULTURART, que debería haber llegado a nuestras pantallas el pasado julio, ni del cuarto, cuya publicación estaba prevista precisamente para ayer. ¿Alguien sabe a qué se dedica últimamente The Norman Invader, aparte de a comentar Carlos, Rey Emperador en Twitter?


Visto lo visto, os planteo una cuestión: ¿por qué seguís leyendo este blog, si los encargados del mismo son unos farsantes caraduras que han demostrado con creces no sentir ningún tipo de aprecio por vosotros? No os respetan como público. Os toman el pelo. Y vosotros, conscientes de ello, aceptáis con sumisión vuestro papel de lectores olvidados.

Pues bien, yo ya he tenido bastante. Soy demasiado vieja como para desperdiciar mi valioso tiempo en un lugar como éste. Tengo cosas mejores que hacer que presionar F5 frente a la pantalla de un ordenador esperando una entrada que nunca llegará. Me he cansado de este blog, abanderado de un pseudo-humanismo que no hace justicia a la realidad del movimiento al que pretende homenajear, y mucho menos a sus protagonistas.

¿Creéis, sinceramente, que Erasmo de Rotterdam mostraría el más mínimo interés por la sarta de sandeces que se han publicado hasta la fecha en La Catarsis Erasmista? ¿Creéis que lo harían Tomás Moro, Maquiavelo, Baldassare Castiglione...?

 

Para mi desgracia (y, quizá, vuestra sorpresa), sí. Probablemente La Catarsis Erasmista despertaría, al menos, cierta curiosidad entre los personajes mencionados. Os lo advierto antes de que sea demasiado tarde: lo que vais a ver a continuación supone la total y más absoluta desmitificación del mundo humanista. Nunca volveréis a mirar el Humanismo con los mismos ojos tras haber leído estas líneas.

Cuando uno acude a la correspondencia que intercambiaron los dos personajes arriba retratados, esto es, Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam, no puede evitar desilusionarse. Las extensas discusiones, que las hay, acerca de temas de índole moral, o sobre historia, política y cultura contemporáneas, pierden gran parte, si no toda, su trascendencia al intercalarse entre ellas testimonios como éste:
«He vaciado mi cartera comprando ropa. Créeme, mi querido Moro, he gastado más de cuatrocientos florines. Y ahora corro el peligro de morir de hambre pero muy bien vestido. (Erasmo, Amberes, 2 de octubre de 1516)»
Erasmo de Rotterdam: ¿humanista o fashion victim?

También gracias a sus misivas podemos comprobar que el teólogo holandés era lo que vulgarmente se conoce como un "culo de mal asiento". Para él, toda comodidad era poca:
«Todavía no he decidido en dónde residir. Otra vez he sido invitado por el cardenal de Toledo, pero España no me gusta. Tampoco me gustan las estufas de Alemania ni las carreteras acechadas de ladrones. Aquí hay demasiada mutua recriminación y ninguna ventaja que se pueda disfrutar (...) En Inglaterra me dan miedo los tumultos y me aterra la idea de convertirme en siervo de alguien. (Erasmo, Lovaina, ca. 10 de julio de 1517)»
Desde luego, nadie pone en duda que vuestro humanista predilecto fuese un hombre virtuoso. Sin embargo, merece la pena plantearse hasta qué punto no señalan estas declaraciones ciertos defectos de carácter más propios de un niño de papá que de una figura clave del Renacimiento europeo.


Claro que Tomás Moro no se queda atrás. El Lord Canciller inglés, modelo de hombre ejemplar, admitía a menudo en sus cartas sufrir de un mal con el que los redactores de este blog parecen estar más que familiarizados: la pereza.
«Desde que te fuiste, queridísimo Erasmo, he recibido un total de tres cartas tuyas. Si dijera que las he contestado todas, supongo que no me creerías, por muy solemne que fuera la mentira; y sobre todo porque me conoces bien y sabes que soy perezoso a la hora de escribir cartas. (Tomás Moro, Londres, ca. 17 de febrero de 1516)»
 «Y si no fuera por esa enfermedad fatal de la pereza, hace tiempo le habría enviado una carta de agradecimiento. (Tomás Moro, ¿Oxford?, ¿mayo de 1518?)»
  «Así que estoy del todo desposeído de mi acostumbrada excusa –el no tener quien pueda llevar la carta– y que utilizo para enmascarar mi pereza. (Tomás Moro, Chelsea, 14 de julio de 1527)»
Aunque, por muy perezoso que fuera Moro, de tonto no tenía un pelo. Los ejemplos anteriores están tomados de misivas que el Lord Canciller dirigió a Erasmo de Rotterdam, en los dos primeros casos, y a Frans Cranevelt. Sin embargo, cuando Moro tenía que justificarse ante el mismísimo Enrique VIII, no vemos alusiones a la pereza...
 «Los escribí para vuestra coronación, y al acabar los llevé a un iluminador para que los adornara; pero nada más empezar, padeció este hombre un ataque de gota, y esa es la razón por la que os presento estos versos con tanto retraso. (Tomás Moro, Londres, 1509)»
... ¡sino el uso de burdas excusas! ¡Como esas a las que recurren demasiado a menudo los redactores de este blog para justificar su dejadez!



Una vez llegados a este punto no debería sorprendernos, vistos los antecedentes, que los responsables de La Catarsis Erasmista sean un conjunto de vagos redomados. Sin embargo, hay cosas que no pueden perdonárseles. Por ejemplo, que nunca llegaran a rendir un merecido homenaje a la flamante ganadora del Kit Stulto 2015.

A fecha de 6 de julio de 2015, desde Málaga se remitió a la redacción del blog un mini-reportaje fotográfico donde la galardonada posaba junto a su premio en localizaciones tan pintorescas como la Plaza de la Merced y el teatro romano, con la Alcazaba al fondo, de Málaga. ¿Acaso alguien hizo públicas dichas imágenes? Por supuesto que no.

Y aquí es donde entro yo, que no sólo me he asignado, sin pedir permiso, un lugar entre los colaboradores de La Catarsis Erasmista, sino que tengo acceso a todas sus bases de datos. Dicho lo cual, ya es hora de hacerle justicia a Furu: ¡enhorabuena!



Otro asunto del que nunca se os llegó a hablar en profundidad es el proyecto Stultman, cuyo póster promocional llegó a vuestras manos en forma de calendario de consolación para torpes. Pero, ¿a quién le sorprende? Stultman sólo es una de entre tantas ideas (porque, creedme, el número de proyectos nunca llevados a la práctica es mucho mayor de lo que os imagináis) que podrían haber sacado de la miseria a este blog, pero fueron condenadas al olvido por la negligencia de sus creadores.



Cabe plantearse, pues, la siguiente pregunta: ¿tiene futuro La Catarsis Erasmista? La respuesta es sencilla: no.

La Catarsis Erasmista ha estado condenada desde sus inicios, allá por 2012, a la extinción. La responsabilidad de este sino fatídico no sólo recae sobre los redactores del blog, sino también sobre vosotros, lectores. Sois vosotros quienes a lo largo de los años habéis visitado este espacio, leído sus entradas y participado en sus encuestas sin decir ni pío, sin ofrecer una sola palabra de ánimo a los autores. No creáis que ibais a iros de rositas.

Salvo raras y honrosas excepciones, los lectores de La Catarsis Erasmista son igual de indolentes que sus creadores. Indolentes e interesados. ¿A que no adivináis, por un casual, cuáles son las entradas más comentadas del blog? En efecto, los Erasmos de Mazapán Catárticos®. ¿Y por qué? Porque hay premio. Porque os obligan a firmar si queréis participar en el sorteo del Kit Stulto. ¿Cómo se puede tener tanto morro?


En realidad, no sé muy bien qué pinto yo aquí. Todos, redactores y seguidores, sois una panda de seres deleznables. No tenéis remedio. Si el usuario medio de Internet estuviera cortado por el mismo patrón que vosotros, el mundo se iba al carajo en menos de dos días.

Anda y que os zurzan.




Humanistas a la conquista de Facebook