sábado, 31 de enero de 2015

INTERCULTURART 1 - Invierno 2015




Embarcarse en la incierta aventura de fundar una revista nunca ha sido tarea fácil. Menos, en los tiempos que corren. Menos, si se trata de arte. Nos ha tocado vivir una época contradictoria. Sería difícil encontrar otro momento de la historia en el que la obra de arte hubiese estado tan viva y a la vez tan muerta. Los grandes museos no son capaces de hacer frente a la avalancha de visitantes pero, ¿cuántos de ellos se detendrán un segundo ante esa pintura que no aparece en la guía? ¿Cuántos se harán una foto con ese edificio que no figura en el mapa? Y, lo más importante, ¿cuántos estarán dispuestos a valorar el esfuerzo que supone crear, conservar y estudiar una obra de arte?

Afortunadamente, esta solo es una cara de la moneda. El arte está vivo y siempre existirán personas e instituciones dispuestas a apoyar iniciativas como la nuestra. Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos al equipo directivo de La Catarsis Erasmista. Especialmente a Mil215 por habernos acompañado en este largo proceso y regalarnos una de las pocas cosas que aún no tienen precio en este mundo: el tiempo. A Erasmo de Rotterdam y a Sir Tomás Moro por creer en nosotros desde un principio y a Hans Holbein el Joven por su incansable apoyo publicitario.

También queremos agradecer efusivamente a Gandalf el Gris, Albus Dumbledore, Merlín el Encantador y el Maestro Yoda que aceptasen nuestra invitación a asumir la responsabilidad de coordinar las cuatro áreas temáticas que definen INTERCULTURART. Un proyecto ambicioso que tampoco sería posible sin el trabajo de los que, desde hoy, serán nuestros colaboradores habituales en las secciones fijas de la revista: Bella, Lando Calrissian, Saruman el Blanco y Rita Skeeter. Todos ellos reconocidos profesionales en sus respectivos ámbitos que han logrado superar con creces las pruebas de selección llevadas a cabo por el equipo directivo bajo el más estricto anonimato.

Y, por supuesto, no podemos dejar de agradecer a los investigadores su decisión de elegirnos para publicar sus últimos hallazgos. En este caso, corresponde a nuestro querido amigo y compañero Gandalf el Gris la labor de estrenar INTERCULTURART con un artículo que versa sobre uno de los iconos artísticos de la Tierra Media, El secreto de los gigantes: nuevas hipótesis sobre el proceso constructivo de los Argonath. Le sigue la aportación de Minerva McGonagall, actual directora de Hogwarts, que compagina su labor con el estudio sobre el mecenazgo de su predecesor en el cargo. Tema sobre el que nos aportará más luz en Los cambios de Snape en Hogwarts: arte y propaganda al servicio del nuevo director. Por su parte, C-3PO, colaborador externo de nuestra revista, nos invita a adentrarnos en la cultura de los pueblos de la periferia galáctica con una mirada libre de prejuicios en su interesante reflexión El arte ewok a la luz del primitivismo: una revisión crítica de las colecciones de Coruscant. Finalmente, Yzma, antigua consejera del emperador de los incas, nos descubrirá el arte de su civilización en El proyecto de Kuzcotopía: reminiscencias estilísticas del palacio real de Kuzco.

Pero todo este esfuerzo no sería nada sin vosotros, lectores. A vosotros corresponde decir la última palabra y decidir cómo será la breve o larga historia de INTERCULTURART.

The Norman Invader


Recibido: 18/10/2014
Aprobado: 18/10/2014

RESUMEN

Pocos siglos antes de que el gobierno de Gondor fuera entregado a hombres menores, cuando las viejas enseñanzas del Oeste comenzaban a caer en el olvido y se vislumbraba ya el fracaso del linaje real, la tierra de los herederos de Anárion conoció una última época dorada antes de precipitarse inexorablemente hacia su fatal destino. En el año 1240 de la Tercera Edad, Narmacil I, un señor sin heredero obnubilado por los placeres de la corte de Osgiliath, se desentendió definitivamente de los asuntos del reino nombrando Regente a su sobrino Minalcar.

Podríamos decir sin temor a equivocarnos que esta fue su decisión más acertada, pues habría sido incapaz de hacer frente a los desafíos que hábilmente sorteó el hijo de su hermano. Minalcar, más adelante coronado como Rómendacil II, decimonoveno rey de Gondor, rechazó con éxito los continuos ataques que protagonizaron los Hombres del Este. Tras la gran victoria de 1248 cayó en la cuenta de que era necesario fortificar las fronteras y erigió una serie de fortalezas entre las que jugaron un papel destacado las atalayas de Amon Lhaw y Amon Hen, situadas sobre las colinas que bordean el lago Nen Hithoel. Tan solo dos años después, y en el mismo emplazamiento, se iniciaba la construcción de las que hoy en día están consideradas como la obra maestra de la escultura monumental de la Tierra Media: los Argonath.

Literalmente «dos nobles piedras», se trata efectivamente de dos colosales figuras humanas con las que Rómendacil II marcó la frontera norte de sus dominios. Fueron erigidas en la estrecha garganta que forma el río Anduin a la entrada del lago, alzándose sobre pedestales que se apoyan en el lecho fluvial. Ataviadas con casco y corona, alzan la mano izquierda indicando una sencilla advertencia a aquellos lo suficientemente insensatos como para adentrarse en la tierra de Gondor sin el consentimiento de su rey: «No puedes pasar».

Tradicionalmente se ha venido identificando estas efigies regias como los hermanos Isildur y Anárion, respectivos fundadores de los linajes reales de Arnor y Gondor. La situada en la orilla oriental representaría al primero, mientras que su compañera reflejaría los rasgos del segundo. Sin embargo, la espada que porta este último ha sido identificada por algunos sabios como Narsil, aquella que arrancó el Anillo Único de las garras del Enemigo. Muchos investigadores apuntan que, de ser así, habría que plantearse la posibilidad de que este rostro, más anciano, buscase representar a Eléndil, el padre de ambos. Siguiendo esta teoría, Rómendacil II trataría de ensalzar los orígenes de su estirpe, reivindicando no solo sus derechos inherentes sobre Gondor, sino también sobre el reino del Norte.

Existen pocos temas que hayan cautivado tanto la imaginación de los historiadores del arte que las técnicas que se emplearon para levantar estos colosos. Nada se dice en las crónicas atesoradas en los archivos de Minas Tirith, que se limitan a mencionar que Rómendacil «[…] fue quien edificó los pilares de los Argonath a la entada de Nen Hithoel». A pesar de que hay quienes piensan, desde luego sin fundamento, que los antiguos poderes tuvieron algo que ver en su construcción, en la memoria colectiva de los habitantes de Gondor ha permanecido grabada la idea de que el rey contrató a decenas de cuadrillas de maestros enanos para erigir su monumento.

Esta idea, imperante hasta el momento en la historiografía, se basa fundamentalmente en las presuntas relaciones estilísticas entre los Argonath y las estatuas que más adelante erigiría el pueblo de Durin a las puertas de Erebor. El hecho de que nunca antes –ni tampoco después– se realizara obra de semejante calado en Gondor, junto con la legendaria habilidad de los enanos para tallar la roca, alimentó esta teoría que, no obstante, resulta fácilmente refutable.

Es cierto que ningún otro pueblo ha conseguido igualar la destreza de los enanos para labrar gigantescas esculturas de una sola pieza. Pero es que los Argonath no están tallados sobre la propia montaña, sino que han sido construidos a partir de enormes bloques pétreos cuya cantera aún se adivina en las escarpadas paredes del mismo cañón en el que se encuentran. De todos es conocido que los enanos nunca siguieron este procedimiento para realizar sus esculturas y, en cualquier caso, resulta arriesgado defender la contratación de artistas extranjeros en un momento en el que la Ciudad Blanca comenzaba a recelar de sus antiguos aliados tras conocerse diversos episodios de traición por parte de los Hombres del Norte.

Además, las sucesivas campañas arqueológicas que se vienen desarrollando en los últimos años han rescatado herramientas que seguramente fueron empleadas en la construcción de los colosos y que nada tienen que ver con la factura de los enanos. Por si fuera poco, en varias de ellas aparece grabado el emblema del Árbol Blanco.

Así pues, aunque debemos ser cautos y esperar a que se publiquen los resultados de los análisis que determinarán su antigüedad, creo que muy pronto entenderemos la construcción de los «Pilares de los Reyes» como parte del impulso artístico que revitalizó Gondor bajo el mandato de Rómendacil II y no como fruto de la intervención de pueblos extranjeros. Un secreto que ha permanecido en silencio durante siglos y que ahora solo un estudio detallado puede desvelar.

Palabras clave:
Tierra Media, Reino de Gondor, Rómendacil II, Escultura, Argonath.


Recibido: 22/11/2014
Aprobado: 24/11/2014

RESUMEN

El castillo de Hogwarts no ha permanecido inalterable en sus largos años de historia. Son muchos los directores que han patrocinado las sucesivas ampliaciones arquitectónicas y los diferentes proyectos ornamentales que hoy podemos contemplar. Sin embargo, hay un nombre que destaca por encima de todos los demás. A pesar de que únicamente llegó a estar un curso al frente del cargo, Severus Snape, anterior Jefe de la Casa Slytherin, llevó a cabo un intenso programa de reformas cuya actividad solo es comparable a la que se vivió en la época de los Cuatro Fundadores. 

La demolición del viaducto, que unía el patio de entrada con el sector de los invernaderos, o la fijación de las hasta entonces escaleras móviles son algunas de sus intervenciones más significativas. Aunque ciertos investigadores las han relacionado con la presencia de los Carrow, lo cierto es que el director Snape fue el auténtico impulsor de estos cambios. Así pues, bajo la apariencia de imponer un férreo control sobre sus estudiantes, se congraciaba con el régimen de Quien Ustedes Saben al tiempo que preparaba la escuela para la inminente batalla dificultando el tránsito entre los diferentes espacios del castillo. Finalmente, su decisión de picar las paredes del Vestíbulo, dejando a la vista parte de nuestro ejército escultórico, me facilitó la realización del complejo hechizo Piertotum locomotor, a la vez que se convertía en parte del legado de uno de los directores más controvertidos de Hogwarts.

Palabras clave:
Mundo Mágico, Hogwarts, Severus Snape, Estilo Severus, Mecenazgo.


Recibido: 17/10/2014
Aprobado: 26/11/2014

RESUMEN

La Batalla de Endor, que supuso la caída del Imperio Galáctico y la destrucción de la Segunda Estrella de la Muerte, marcó para siempre la vida de los pequeños habitantes de la luna boscosa. Los ewoks, que hasta ese momento habían disfrutado de un relativo aislamiento, pronto se vieron inmersos en la sociedad globalizada imperante en el resto de la galaxia. La fama de su providencial participación en la contienda se extendió con rapidez y las familias más acaudaladas de la recien creada Alianza de Planetas Libres –que poco después se convertiría en la Nueva República– comenzaron a interesarse por esa cultura desconocida cuyo apoyo había sido decisivo para el triunfo de la Rebelión.

El hecho de que, en los cinco años inmediatamente posteriores a la batalla, Endor fuese escenario de cerca de un centenar de campañas de investigación nos da una idea de la magnitud que alcanzó el fenómeno conocido como la «Fiebre Ewok». Miles de pequeños objetos fueron enviados a Coruscant para el estudio de los diferentes aspectos de la nueva cultura y su posterior musealización. Pero, inexplicablemente, esta nunca llegó a producirse. Los grandes museos de la capital galáctica rechazaron exponer en sus colecciones aquellas interesantes tallas y lanzas policromadas que a su juicio no constituían un «valor artístico». A pesar de estar programado para las relaciones cibernéticas humanas, a veces no consigo comprender su comportamiento.

Palabras clave:
Una Galaxia Muy Muy Lejana, Endor, Arte Ewok, Coruscant, Primitivismo.


Recibido: 20/01/2015
Aprobado: 23/01/2015

RESUMEN

El emperador Kuzco fue con toda seguridad el gobernante más inepto del país de los Andes. Tras el repentino fallecimiento de sus padres me vi obligada a hacerme cargo de su crianza y del destino del imperio. Conseguí mantener la paz y la prosperidad entre mis súbditos pero fracasé en la tarea de educar al futuro soberano. Cuando quise darme cuenta ya era tarde, Kuzco se había convertido en un adolescente egoísta y carente de cualquier dote de liderazgo. En definitiva, en un parásito inútil.

Con el tiempo, y a pesar de no sentir el más mínimo interés por los asuntos de estado, Kuzco trató de inmiscuirse en las tareas de gobierno, guiado por su afán de protagonismo. Pronto me di cuenta del peligro que correrían los plebeyos cuando el emperador alcanzase la mayoría de edad y yo ya no pudiese protegerlos. Así que ideé un plan para alejarlo de la corte: la construcción de un imenso palacio de recreo en su honor, Kuzcotopía. Me encargué personalmente de seleccionar a los mejores arquitectos del momento y escogí cuidadosamente su ubicación en una aldea de campesinos situada a prudente distancia de la capital. La nueva residencia se proyectó siguiendo fielmente el diseño del palacio real, manteniendo una planimetría similar y respetando su estilo arquitectónico. Aunque, en última instancia, decidí otorgar los rasgos de Kuzco al busto del dios Sol. La idea agradó mucho al joven emperador, que pronto concibió el proyecto como algo propio, como otra más de sus locuras.

Palabras clave:
Mundo Animado, Imperio Inca, Kuzco, Arquitectura, Kuzcotopía.


Por fin, tras varios meses de incertidumbre que hicieron temer por su publicación, llega a las librerías la Gran Enciclopedia de Arquitectura Galáctica. Avalada por más de un centenar de universidades y centros de investigación, entre los que destaca la prestigiosa Universidad Autónoma de Coruscant, la obra ha conseguido reunir en 50 volúmenes un acertado resumen de la evolución arquitectónica de las culturas que pertenecieron a la Antigua República. A pesar de que lo normal es que proyectos tan ambiciosos cuenten con numerosas carencias, lo cierto es que, tras las dos lecturas completas que realicé la semana pasada, no puedo sino elogiar este maravilloso tributo al arte de 49.950 páginas.

Desde el próximo 16 de febrero y hasta el 1 de mayo la Casa de Elrond, en Rivendel, será la sede de la exposición Los presentes de la Dama de Lórien. La muestra reúne por primera vez los objetos que Galadriel, señora de los Galadrim, regaló al Portador del Anillo y a sus acompañantes tras su paso por Caras Galadhon. Podremos admirar las célebres dagas de los Noldor, la luz de Eärendil e, incluso, el relicario de cristal imperecedero en el que el enano Gimli atesoró los tres cabellos obsequiados por su anfitriona. Pero, más allá de la simple contemplación de estas y otras obras, y con un discurso impecable, la exposición nos invita a revivir el peligroso viaje de la Compañía del Anillo.


En la tarde de ayer, reunido en sesión extraordinaria, el Ayuntamiento de Dulot daba luz verde al proyecto de restauración de las vidrieras de su catedral. Para todos aquellos a los que su pasión por la hierba de los medianos les haya enturbiado la mente, recordaré que fue durante el fallido enlace entre el anterior señor de la ciudad, Lord Farquaad, y la princesa Fiona de Muy Muy Lejano cuando se produjo la total destrucción de los vitrales de la sede catedralicia. las obras se iniciarán a la mayor brevedad, no habiéndose fijado aún una fecha concreta por estar aún pendientes de finalizar las labores de consolidación de la cabecera, muy deteriorada desde la inusitada irrupción de un dragón.

El arte es una de las pocas manifestaciones realizadas por muggles que consigue rivalizar con los efectos de la magia. Durante siglos, fascinados por este incomprensible poder de los no mágicos, magos y brujas de todo el mundo han empleado sus propias manos para crear belleza a pesar de haber podido hacerlo a golpe de varita. Con el fin de conservar este legado, en el siglo pasado, la comunidad mágica creó la Lista de Patrimonio Cultural Mágico en Peligro. Desde este mes, y bajo el pretexto de un supuesto ataque de mortífagos, la Madriguera, el hogar de los Weasley, ha pasado a engrosar el listado. ¿Estamos ante un justo proceder o habrán tenido algo que ver los influyentes contactos de la familia?



Embarking on the uncertain adventure of founding a magazine has never been an easy task. Even less so nowadays. Even less so when it comes to art. It has fallen to us to live through a contradictory age. It would be difficult to find another moment in History during which the work of art would’ve been so alive and, at the same time, so dead. The great museums are not able to face the flood of visitors, but how many of them will stop, just for a second, in front of that painting that can't be found on the guide? How many of them will take a picture of that building that doesn't appear on the map? And, most importantly, how many of them will be ready to appreciate the effort involved in creating, preserving and studying a work of art?

Fortunately, this is just one side of the coin. Art is alive, and there will always be people and institutions willing to support initiatives such as ours. We will forever be very thankful to the management team of La Catarsis Erasmista, especially to Mil215, for accompanying us through this long process and giving us one of the few things that are still priceless in this world: time; to Erasmus of Rotterdam and Sir Thomas More for believing in us from the beginning, and to Hans Holbein the Younger for his tireless advertising support.

We would also want to warmly thank Gandalf the Grey, Albus Dumbledore, Merlin the Enchanter and Master Yoda for accepting our invitation to take on the responsibility of coordinating the four thematic areas that define INTERCULTURART. This ambitious project would have been impossible without the work of those who, from now on, will be our regular contributors on the permanent sections of the journal: Belle, Lando Calrissian, Saruman the White and Rita Skeeter. All of them, renowned professionals in their respective fields, have managed to successfully pass the selection tests performed by the management team under the strictest anonymity.

And, of course, we can't help but thank the researchers for his decision of choosing us to publish their last discoveries. In this case, it has fallen upon our dear friend and colleague Gandalf the Grey the task of opening INTERCULTURART with an essay on one of the artistic icons of the Middle Earth, The secret of the giants: New hypotheses about the construction process of the Argonath. Next, we have Minerva McGonagall's proposal. Current Headmaster of Hogwarts, McGonagall combines her duties with the study of his predecessor's patronage, a topic she brings to light in Snape’s changes in Hogwarts: Art and propaganda in the service of the new headmaster. For its part, C-3PO, external collaborator of our magazine, invites us to enter the culture of the galactic periphery with his interesting reflection from a free-of-prejudices point of view, Ewok art in the light of primitivism: A critical revision of Coruscant Collections. Lastly, Yzma, former adviser to the Emperor of the Inca, will show us the art of her civilization in The project of Kuzcotopia: Stylistical reminiscences of Kuzco’s Royal Palace.

But all this effort would be a futile one without you, our readers. Yours is the final say, and it is up to you to decide whether the history of INTERCULTURART will be a long or a short one.

The Norman Invader


Received: 18/10/2014
Approved: 18/10/2014

ABSTRACT

A few centuries before the government of Gondor was handed over to minor men, when the old teachings of the West began to fall into oblivion and the failure of the royal lineage could be surmised, the land of the heirs of Anárion went through a last golden age before falling inexorably into his fatal destiny. In the 1240th year of the Third Age, Narmacil I, a Lord without an heir obfuscated by the pleasures of the court of Osgiliath, permanently avoided the affairs of the realm by appointing his nephew Minalcar as Regent. 

We could say, without fear of being wrong, that this one was his wisest decision, for he would have been unable to face the challenges that the son of his brother skillfully dodged. Minalcar, subsequently crowned as Rómendacil II, the nineteenth King of Gondor, successfully repealed the continuous attacks leaded by the Easterlings. After the great victory of 1248 he realized the necessity of fortifying the frontiers and erected a series of strongholds from among which the watchtowers of Amon Lhaw and Amon Hen, located upon the hills that border the lake Nen Hithoel, played a prominent role. After only two years, and in the same location, it started the building of those which are nowadays considered as the masterpieces of the monumental sculpture of the Middle Earth: the Argonath. 

Literally "two noble stones", they are indeed two colossal human figures with which Rómendacil II marked the North border of his dominions. They were built on the narrow pass formed by the river Anduin at the lake entrance, erected upon pedestals resting on the riverbed. Attired with helmet and crown, they lift their left hands indicating a simple warning to those foolish enough to penetrate into the land of Gondor without his King's consent: "You shall not pass". 

Traditionally, these regal effigies have been identified as the brothers Isildur and Anárion, respective founders of the royal lineages of Arnor and Gondor. The one placed upon the eastern bank would represent the former, whilst its companion would bear the features of the latter. However, the sword carried by this last one has been identified by some sages as being Narsil, the one that wrenched the One Ring from the claws of the Enemy. Many researchers point out that, being so, it would be necessary to contemplate the possibility that this face, older, could try to portray Eléndil, their father. Following this theory, Rómendacil II would have tried to extol the origins of his lineage, reclaiming not only his inherent rights over Gondor but also over the North Kingdom. 

Few subjects have captivated the imagination of the Art historians as much as the techniques that were used to erect these colossi have. Nothing is said on the chronicles treasured in the archives of Minas Tirith, which only mention the fact that Rómendacil “[...] was that built the pillars of the Argonath at the entrance to Nen Hithoel”. Despite those who think, of course without foundation, that the ancient powers had something to do with their construction, the collective memory of Gondor's population has always remained faithful to the idea of the king's hiring of tens of master-dwarves teams to erect his monument. 

This idea, prevailing so far in the historiography, is based mainly on the presumed stylistic relation between the Argonath and the statues that Durin's people would erect later at the gates of Erebor. The fact that neither before –nor after– the Argonath was such an important work made in Gondor, along with the legendary ability of the dwarves to sculpt stone, fed this theory that, nevertheless, is easily refuted. 

It is true that no other people have managed to match the dwarves’s dexterity to cut gigantic sculptures out of a single piece. But the fact is the Argonath are not sculpted on the mountain itself: they have been constructed with huge stony blocks whose quarry is still distinguishable on the craggy walls of the same canyon where they are set. It is widely known that the dwarves never followed this procedure to make their sculptures and, in any case, it's risky to defend the hiring of foreign artists during a time when the White City was beginning to distrust her former allies after knowing about several betrayal episodes of the Northmen. 

In addition, the consecutive archaeological campaigns that have been developed during the last years have discovered tools that were very likely used for the building of the colossi and that have nothing to do with the execution of the dwarves. Furthermore, in some of them it is engraved the emblem of the White Tree. 

So, even though we should be cautious and wait for the publishing of the results of the analysis that will establish their antiquity, I think soon enough we will understand the construction of the "Pillars of the Kings" as part of an artistic impetus that revitalized Gondor under the mandate of Rómendacil II, and not as the fruit of the intervention of foreign people. This is a secret that has remained in silence for centuries and now only a detailed study may reveal.

Keywords:
Middle Earth, Kingdom of Gondor, Rómendacil II, Sculpture, Argonath.


Received: 22/11/2014
Approved: 24/11/2014

ABSTRACT

Hogwarts castle has not remained unaltered during its long years of history. Many directors sponsored the successive architectural extensions and the various ornamental projects we can gaze at nowadays. However, there's a man who stands out among everyone else. Despite the fact that he only held the position for one year, Severus Snape, former Head of Slytherin House, developed an intense program of alterations whose activity can only be compared with the one that took place in the age of the Four Founders.

The demolition of the Viaduct, which connected the Entrance Courtyard with the Greenhouses area, and the fixing of the –until then– moving stairs are some of his most significant interventions. Although certain scholars have related them with the presence of the Carrows, the truth is the real driving force behind these changes was Snape. So, under the appearance of exerting a fierce control over his students, he was ingratiating himself with You-Know-Who’s regime and also preparing the school for the imminent battle by making the transit between the different spaces of the castle more difficult. Finally, his decision of chipping the walls of the Front Hall, leaving part of our sculptural army in view, made it easier for me the cast of the complex spell Piertotum Locomotor, and also became part of the legacy of one of the most controversial Headmasters of Hogwarts.

Keywords:
Magic World, Hogwarts, Severus Snape, Severus Style, Patronage.


Received: 17/10/2014
Approved: 26/11/2014

ABSTRACT

The Battle of Endor, which caused the fall of the Galactic Empire and the destruction of the Second Death Star, marked the lives of the little inhabitants of the forest moon forever. The Ewoks, who until then had enjoyed a relative isolation, soon found themselves immersed in the globalized society that prevailed on the rest of the galaxy. The fame of their providential participation on the struggle quickly spread out, and the wealthiest families of the newly formed Alliance of Free Planets –which soon enough would become the New Republic– started to take an interest in that unknown culture whose support had been decisive for the success of the Rebellion.

The fact that, during the five years following the battle, Endor was the scene for nearly a hundred research campaigns gives us a clue of the magnitude reached by the phenomenon known as the “Ewok Fever". Thousands of little objects were sent to Coruscant in order to study the various aspects of the new culture, and for their subsequent museological preservation. But, inexplicably, that never happened. The great museums of the galactic capital refused to exhibit inside their collections those interesting carvings and polychrome spears that, in their opinion, didn't have any "artistic value". Despite having been programmed for human-cyborg relations, there are times when I can't quite comprehend their behavior.

Keywords:
A Galaxy Far Far Away, Endor, Ewok Art, Coruscant, Primitivism.


Received: 20/01/2015
Approved: 23/01/2015

ABSTRACT

Emperor Kuzco was, with all certainty, the most inept governor of the Andes country. After the sudden passing of his parents I was forced to take charge of his breeding and of the empire's fate. I managed to keep peace and prosperity among my subjects, but I failed to complete the task of educating the future sovereign. I realized that when it was already too late: Kuzco had become a selfish teenager, lacking any leadership skills. In short, he was a useless slug.

In time, although he had never shown the slightest interest in state issues, Kuzco tried to meddle in the government tasks, guided by his eagerness to prominence. I soon became aware of the danger plebeians would suffer once the emperor came of age and I could no longer protect them. So I thought up a plan to keep him away from court: the construction of an enormous recreational palace in his honour, Kuzcotopia. I personally selected the best architects of that time and I carefully established its location on a peasant’s hamlet situated a safe distance away from the capital. The planning of the new residence faithfully followed the design of the Royal Palace, keeping a similar planimetry and maintaining the same architectural style. However, I ultimately decided to give Kuzco's features to the bust of the Sun god. The idea greatly pleased the young emperor, who soon enough conceived the plan as his own, as another one of his follies.

Keywords:
Animated World, Inca Empire, Kuzco, Architecture, Kuzcotopia.



After several months of uncertainty that made us fear about its publishing, The Great Encyclopedia of Galactic Architecture is finally coming to the bookstores. Endorsed by more than a hundred universities and research centers, amongst the ones it could be highlighted the Autonomous University of Coruscant, this work has managed to collect in 50 volumes an appropriate summary of the architectural evolution of the cultures that belonged to the Old Republic. Even though projects as ambitious as this one usually have many lacks, the truth is, after having read it twice in all its length last week, I can do nothing but praise this wonderful tribute to art of 49.950 pages.


From February 16th until May 1st Elrond's House in Rivendell will be the seat of the exhibition The Gifts of the Lady of Lórien. The showing gathers together for the first time ever the objects Galadriel, lady of the Galadhrim, gave to the Ring-bearer and his companions after their stay in Caras Galadhon. We can admire the famous daggers of the Noldor, the light of Eärendil, and even the crystal reliquary in which the dwarf Gimli treasured the three strands of hair her hostess presented him with. But beyond the simple contemplation of those and other works, and with an impeccable discourse, the exhibition invites us to relive the dangerous journey of the Fellowship of the Ring.



Yesterday evening, gathered in extraordinary session, the City Council of Dulot gave the green light to a restoration project for the stained glasses of its cathedral. For all those whose minds had been clearly slowed because of their love of the Halfling’s leaf, I will remind them that the utter destruction of the cathedral’s windows took place during the failed nuptials of the former lord of the city, Lord Farquaad, and the princess Fiona of Far Far Away. Works will begin as soon as possible, although a date has not yet been fixed due to the fact that the consolidation tasks of the apse, highly deteriorated since the unexpected irruption of a dragon, are still to be finalized.


Art is one of the few manifestations made by Muggles that gets to rival the effects of magic. For centuries, fascinated by this incomprehensible power of the No-Magical folk, wizards and witches from all around the world have used their own hands to create beauty despite their ability to do so with a wand. Seeking to preserve this legacy, the past century the Magical Community created the List of Endangered Magical Cultural Heritage, and this month the Burrow, home of the Weasleys, has entered it under the pretext of an alleged attack by Death Eaters. Are we looking at a fair procedure or could the influential contacts of the family have had something to do with it?


viernes, 30 de enero de 2015

The Norman Invasion




MIL215
Editora Nazi
irishimmler@edicionesnazis.com

Queridos stultos, me presento hoy ante vosotros en mi rol de Editora Nazi para dar la bienvenida, henchida de júbilo, a la nueva sección que hemos ido anunciando a bombo y platillo en Facebook y Twitter desde hace un par de meses: INTERCULTURART.

¿Qué es INTERCULTURART? En pocas palabras, una revista trimestral que versa sobre arte. ¿Sobre qué tipo de arte? Ahí, stultos, es donde reside su carácter pionero. INTERCULTURART pretende dar cabida a estudios sobre el arte producido en cuatro culturas que, pese a haber sido desatendidas hasta la fecha por parte de los investigadores, cuentan con miles de millones de fanáticos a lo largo y ancho del globo:

  • La Tierra Media: obra de J. R. Tolkien.
  • Una Galaxia Muy, Muy Lejana: ideada por George Lucas.
  • El Mundo Mágico: creado por J. K. Rowling.
  • El Mundo Animado: fruto del trabajo de estudios cinematográficos como Disney, Pixar, DreamWorks, etc.

Hay muchos esfuerzos y esperanzas depositados en este proyecto, además de una pasión sincera por estos mundos que INTERCULTURART va a abordar desde una perspectiva artística. Es por eso que La Catarsis Erasmista, en su afán por reconciliar a sus fundadores con su faceta de historiadores del arte, se ha volcado en patrocinarlo y darle cabida dentro de sus dominios blogueros.

El equipo de profesionales detrás de INTERCULTURART está formado por la crème de la crème de las cuatro culturas que hemos mencionado. Cada número reúne entre sus páginas a estudiosos de diversas procedencias, razas e incluso especies, que presentan en sus artículos los resultados, hasta ahora inéditos, de años de investigación en sus respectivos campos.

Una empresa de semejante envergadura necesita, por supuesto, de un férreo sistema de control editorial que garantice la excelencia de los contenidos presentados a la revista. Por eso, cada una de las culturas que conforman el ámbito de estudio de INTERCULTURART cuenta con un Editor Jefe especializado, de impecable trayectoria profesional, numerosos méritos reconocidos mundialmente y con incontables años de experiencia a sus espaldas.


Con unas credenciales como éstas, ¿quién osaría dudar del potencial éxito de INTERCULTURART

Por si fuera poco, esta iniciativa cuenta con unos padrinos de lujo llegados directamente, como es costumbre, del mundo del humanismo renacentista. Nuestro habitual Erasmo de Rotterdam en esta ocasión ha preferido adoptar un rol honorífico y delegar en manos de dos de sus más eminentes colegas el patrocinio de INTERCULTURART. Por un lado, Hans Holbein el Joven ha sido el encargado de anunciar la inminente publicación del primer número de la revista vía Twitter, orgulloso de que por fin haya un hueco para el arte dentro del blog. Por otro lado, Sir Tomás Moro ha asumido la colosal tarea de gestionar el proceso de conversión de La Catarsis Erasmista en un espacio bilingüe.

Como lo oís: gracias a los esfuerzos de Tomás Moro, y a su buen saber hacer a la hora de coordinarnos a C-3PO —experto en más de seis millones de formas de comunicación y a mí en las labores de traducción, nos complace anunciar que INTERCULTURART va a ser la primera sección de La Catarsis Erasmista en contar con su correspondiente versión en inglés. Si os fijáis en la parte superior de la barra izquierda del blog veréis un nuevo apartado, Lapsus Linguae, donde aparece la siguiente imagen:


Más abajo podéis hacer click sobre la bandera correspondiente al idioma en el que prefiráis leer la entrada. El cambio sólo tendrá efecto en aquellas publicaciones que sean bilingües, característica que se anunciará debidamente al principio de las mismas mediante la inclusión de este aviso:

Dicho lo cual sólo me queda cederle la palabra al alma mater del proyecto que tenemos entre manos, el verdadero cerebro detrás de INTERCULTURART, con quien ha sido un placer colaborar en la gestación de esta aventura editorial que emprendemos hoy. En nombre del equipo fundador del blog quiero desearle el mayor de los éxitos y una feliz, gratificante y, esperamos, duradera estancia en La Catarsis Erasmista.


THE NORMAN INVADER
Director
thenormaninvader@gmail.com

Muchas gracias por tus amables palabras, Mil215. Hoy es un día feliz para todos los que trabajamos en INTERCULTURART. Al fin, tras largos meses de esfuerzo y dedicación, hemos conseguido llegar hasta aquí y empezar a formar parte de esta gran comunidad virtual que es La Catarsis Erasmista. Por ello no entraré ahora a cuestionar la idoneidad de tus vínculos editoriales, con los que sabes que no comulgo. No vaya a ser que de un arrebato eches a la hoguera todas mis entradas y mi colaboración en La Catarsis se recuerde como la más corta de la historia. Tiempo habrá.

Prefiero dedicar mis primeras palabras en el blog a todos aquellos que hacéis posible que este proyecto se mantenga tan vivo como el primer día: los stultos. No obstante, para ser sincero, he de confesaros que no estoy muy familiarizado con la jerga renacentista que se gastan los fundadores de esta Republica Litterae. En los años de la Movida Humanista yo ya no era precisamente un mozalbete y no estuve al tanto de las últimas tendencias. De modo que tendréis que perdonarme que no vaya a emplear dicha terminología cuando me deje caer por estos lares. Podéis llamarme «medieval» pero... Un momento, ¿que tampoco es que tengáis una idea muy aproximada de lo que supuso la Movida Humanista? ¿En serio? ¿Y lo decís ahora? Bueno, pues os dejo un pequeño documental que, a pesar de su tono divulgativo, describe de forma amena y acertada el ambiente que se vivió en aquella época.


Una vez aclarado este asunto, es menester que me presente. Desconozco la fecha exacta de mi nacimiento, que tuvo lugar en Rouen, pero debió de acaecer poco después del año 911, cuando la ciudad se convirtió en la primera capital del recién creado Ducado de Normandía. El alto estatus social de mi familia me permitió recibir una educación militar de élite y, tan pronto como alcancé la edad requerida, comencé a acompañar a mi padre en las sucesivas incursiones que mi pueblo realizaba a lo largo y ancho de Europa.

Fue así como empecé a conocer mundo y acabé enamorándome de la península ibérica. Allá por el 970 tomamos Santiago de Compostela tras haber sido rechazados en las costas de al-Andalus. Permanecimos en la ciudad durante algún tiempo —sembrando el caos—, hasta que las tropas del rey de León nos expulsaron de sus dominios. Pero ya era demasiado tarde. ¿Conocéis la historia del rapto de Perséfone? Pues no sé si vuestra tierra formará parte del Inframundo, pero desde que probé sus manjares supe que nadie sería capaz de alejarme mucho tiempo de aquí.

Por el momento, regresé a Normandía y empecé a trabajar para varios señores hasta que, mediada ya la novena centuria, me puse a las órdenes del mismísimo duque Guillermo —al que la historia recuerda como «el Conquistador»—. Mi discreción y buen hacer le llevaron a confiarme una delicada misión unos años antes de la famosa batalla de Hastings. Harold el Sajón, cuñado del rey Eduardo de Inglaterra, había naufragado en nuestras tierras y era ahora prisionero del conde Guy I de Ponthieu. Mi señor, que era primo del monarca anglosajón y aspiraba a sucederle tras su muerte, no podía consentir esta situación. Me envió a parlamentar con el conde, que resultó ser un engreído sin modales difícil de convencer. Parecía sentirse muy seguro por el hecho de llevar un hacha. Así que, desesperado por su permanente negativa, se la arrebaté en un acceso de cólera y volví con mis compañeros para llevar la noticia a Guillermo.

Mi encuentro con el conde de Ponthieu representado en el Tapiz de Bayeux
(nótese su detestable pose de suficiencia).
Finalmente, el conde Guy accedió a liberar a Harold, pero más nos habría valido dejarlo a su merced. El muy canalla, a pesar de haber jurado que guardaría lealtad a mi señor, se coronó rey de Inglaterra tras el fallecimiento de Eduardo el Confesor. Un duque de Normandía no podía tolerar esta traición y, a la mayor brevedad, nos embarcamos para conquistar la antigua Britania. Llevé conmigo el hacha sustraída al conde de Ponthieu, que demostró una asombrosa eficacia y se convirtió en mi arma predilecta. Fue entonces cuando mis compañeros popularizaron entre nuestras tropas el dicho «hachazo al sajón». No tardamos en derrotar al usurpador y Guillermo nos recompensó con el reparto de tierras en la isla. Pero yo no esta interesado en establecerme en aquel paraje hostil y retomé mi intención de regresar a las Españas.

En un principio decidí llevar una vida errante, pues quería conocer de primera mano la gastronomía de los diferentes reinos antes de decantarme por uno de ellos. Durante varios siglos recorrí la Península de una punta a otra, degustando manjares —a cual más exquisito— y pernoctando en diversos monasterios. Fue entonces cuando comencé a interesarme por el arte y la cultura, a la vez que conocía de primera mano la evolución del monacato hispano. Sé que la idea no os resultará apasionante, pero quizás algún día os la relate. Acabé por asentarme en Castilla, pues me di cuenta de que, en su imparable ascenso, acabaría aglutinando todos los manjares bajo un mismo monarca. En todo ese tiempo no dejé de visitar a mis padres, en Normandía, y en cada viaje les llevaba uno de vuestros platos típicos para que los degustaran. ¡Oh! ¡Si supierais cuánto me envidian mis amigos y parientes! Todo el mundo sabe que solo la comida castellana es tan sabrosa, tan delicada, tan exquisita, tan...

La prueba definitiva e irrefutable del deterioro mental de Doña Juana I de Castilla
(y la sabia decisión de su católica progenitora).
En fin, al margen de la disparatada opinión de la tercera hija de Isabel y Fernando, lo cierto es que durante el reinado de los Reyes Católicos tuvo lugar uno de los acontecimientos más felices de mi vida. Poco después de que se iniciase la guerra de Granada, falto de acción, decidí encaminarme hacia el sur y participar en la contienda. Pues, a pesar de haber estado tan lejos de la patria, un normando sigue siendo un normando. Sin embargo, nunca llegué a empuñar el hacha contra los nazaríes, pues mi camino se detuvo en Sevilla. Allí, mientras aguardaba para unirme al próximo destacamento con rumbo a la ciudad de la Alhambra, conocí a la que sería mi fiel compañera de fatigas.

Nuestras miradas se cruzaron en una de las callejuelas que desembocan en la Giralda y, desde entonces, no tuve ojos para nadie más. Llevaba puesto un extraño vestido rojo y se recogía la oscura melena en un curioso broche engalanado con flores. Estaba bailando. Durante una semana acudí todos los días a ver el espectáculo de aquella joven a la que llamaban «La Flamenca de Guasa». Pensé que quizá podría tener algo que ver con esos artistas a los que llamaban «Primitivos Flamencos» —cuyas obras estaban muy cotizadas en el mercado— e inicié la conversación por ahí, haciéndome el entendido.

Lo cierto es que la charla no siguió el rumbo que yo esperaba, pues en ningún momento había previsto la sonora carcajada de la bailarina. Entre risas, intentó explicarme algo acerca de unos neandertales con faldas de faralaes que en ese momento no entendí muy bien y que quizás os cuente algún día. El caso es que, a pesar de este peculiar comienzo, conectamos inmediatamente y empezamos una relación que culminaría poco después con una boda discreta en una solitaria capilla de la catedral.

La Flamenca de Guasa retratada por Joaquín Sorolla en 1914.
El resto, como suele decirse, es historia. Vivimos de aquí para allá hasta que finalmente fijamos nuestra residencia en Madrid, la nueva capital. Desde allí, mi esposa lanzó su carrera hacia el estrellato y en mi cabeza se fraguaba la idea de fundar una revista sobre arte. Pero no terminaba de decidirme por unas coordenadas a las que ceñirme y, a pesar de dedicarle largas horas, era incapaz de encontrarle un nombre. El proyecto estaba estancado. Cuando ya creí que nunca llegaría a realizarlo, todo cambió.

Hace unos meses, en una de las giras de mi esposa —en las que siempre me veía obligado a tratar con distinguidos miembros de la farándula—, conocí a un enigmático anciano de larga barba blanca y sombrero picudo. No sé muy bien cómo pasó, pero nuestra conversación acabó derivando hacia mi proyecto editorial. Él se mostró muy interesado y me apremió a que lo llevara a término. Antes siquiera de poder comentarle mis dificultades, comenzó a hablar. Habló durante horas. De los secretos de la Tierra Media, de los castillos del Mundo Mágico, de los lejanos reinos del Mundo Animado y de las exóticas culturas de Una Galaxia Muy Muy Lejana. Cuando terminó su discurso, una palabra me vino a la mente: INTERCULTURART. «Ya sabes lo que tienes que hacer. Confío en recibir tu revista lo antes posible», añadió. «Y yo espero tu artículo para abrir el primer número». Sonrió. «Espera mi escrito con la primera luz del quinto día. Al alba, abre tu mail». Y así fue. Cuatro meses después, aquí estamos, presentando oficialmente nuestra revista. ¿Habrá merecido la pena este largo recorrido? ¡Ya es hora de que podáis juzgar por vosotros mismos!

MAÑANA
sábado 31 de enero de 2015
en La Catarsis Erasmista

¡PRIMER NÚMERO DE INTERCULTURART!

sábado, 3 de enero de 2015

La afrutada perdición del Don

Me gustaría retomar hoy, para inaugurar el año 2015, un tema con el que ya le di la bienvenida al 2013: la frutafilia.

Bien es sabido que en La Catarsis Erasmista siempre nos hemos vanagloriado de ser frutafílicos. Pero por si acaso alguno de nuestros lectores todavía desconoce el alcance de este término dentro de los dominios de nuestro humilde blog, dejo aquí el enlace a la entrada en la que expliqué por primera vez en qué consistía este fenómeno.

frutafilia.
(Del lat. fructus y del gr. φιλία).
1. f. Amor a las frutas.
2. f. Atracción por la fruta o alguno de sus aspectos.
3. f. Pasión por las frutas, y especialmente por las jugosas y apetitosas.
4. f. Perversión sexual de quien trata de obtener el placer erótico con frutas.
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Afición saludable donde las haya, la frutafilia parece no tener defectos. Se trataría, en principio, de la filia perfecta.

Cierto es que la ingesta de una cantidad excesiva de ciruelas podría provocar la lectura de incontables etiquetas de botes de champú y gel, o que el desafortunado impacto de una sandía de 5kg arrojada desde un séptimo piso contra el cráneo de un viandante podría mandar a este último, si no directamente a la tumba, más que definitivamente a un hospital. Pero de ello no se puede culpar como tal a las frutas: el error siempre es humano.

Como toda filia que se precie, el amor por las frutas puede ser peligroso llevado a determinados extremos. Y no nos estamos refiriendo, como ya se ha señalado, al hecho de que empleadas de cierta manera las frutas puedan resultar letales para el ser humano (circunstancia, de hecho, a la que los Monty Python ya dieron solución hace tiempo), sino a que la frutafilia puede ser la perdición del hombre.

Uno de los primeros ejemplos que tenemos de este fenómeno viene de la mano de Adán y Eva en el Génesis.

Lucas Cranach, Adán y Eva (detalle). 1526.

En el libro del Génesis (2:15) se nos dice que Dios puso a Adán en el Jardín del Edén y le advirtió que podía comer de todos los frutos que allí encontrara a excepción de aquellos del árbol de la ciencia del bien y del mal, que le causarían la muerte. Vemos así que los orígenes de la frutafilia son divinos, puesto que fue el mismísimo Creador quien casi forzosamente impuso a Adán, y posteriormente a Eva, la frutafilia como medio exclusivo de supervivencia. 

Obviamente la prohibición de Dios no consiguió sino que Adán y Eva, ya de por sí devotos frutafílicos por causas de fuerza mayor, codiciaran el fruto del árbol de la ciencia con todas sus ganas. En el Antiguo Testamento se dice que fue la serpiente (alias Satanás) quien tentó a Eva para que comiera del fruto prohibido, pero nosotros preferimos pensar que el pecado original fue consecuencia, simplemente, de la incapacidad de Adán y Eva para mantener a raya su filia frutal.

El caso es que ambos acabaron pasándose la advertencia del Creador por el arco del triunfo (Génesis 3) y desde entonces el Paraíso, y con él todos los frutos, prohibidos o no, que allí se encuentran, les están reservados sólo a unos pocos. Todo porque a aquellos dos tortolitos se les fue la frutafilia de las manos.

Pero, ¿quién puede culpar a Adán y Eva, al fin y al cabo creaciones de un dios, de rendirse a la frutafilia cuando los mismos dioses han sucumbido a ella en varias ocasiones?

Peter Paul Rubens, El juicio de Paris (detalle). 1639.

Hablemos ahora de los griegos. Los griegos tuvieron que ser, por fuerza, un pueblo tremendamente frutafílico si atendemos a su mitología y a sus tradiciones. Y atención, porque si por una fruta sentían debilidad los habitantes de la antigua Grecia, esa era la manzana.

Para empezar, la mismísima Hera, esposa del todopoderoso Zeus, tenía un huerto conocido como el jardín de las Hespérides cuyo producto estrella no era otro que unas manzanas doradas que garantizaban la inmortalidad. Los griegos, claro está, temerosos de ser tildados de frutafílicos por las generaciones posteriores, añadieron a las manzanas una cualidad fuera de lo común y altamente codiciable como es la vida eterna para justificar su afición por las mismas. Pero, seamos sensatos: ¿manzanas que conceden la inmortalidad? ¿Dónde se ha visto eso?

Frederic Leighton, El jardín de las Hespérides. C. 1892.

Las manzanas de las Hespérides protagonizan, así, varios episodios memorables de la mitología griega que dejan al descubierto de modo más que notable la debilidad de sus personajes por la fruta.

Y qué mejor manera de atestiguar la importancia de estas manzanas que usándolas como objetivo de uno de los trabajos de Heracles.

Mosaico de Liria, Hércules en el jardín de las Hespérides. C. 201-300.

Dejad de lado por un momento el muy edulcorado mito que nos cuenta el Hércules de Disney. Resulta que llegados a cierto punto y por razones que no vienen al caso, Heracles mató a sus hijos y, arrepentido de haber llevado a cabo tan terrible acción, aceptó cumplir una penitencia para expiar su culpa. La sibila délfica determinó que debía completar una serie de doce trabajos impuestos por su primo Euristeo.

El undécimo de estos trabajos consistía en robar las manzanas del jardín de las Hespérides, lo que quiere decir que Euristeo tenía, al menos, cierta tendencia frutafílica (¿por qué, si no, desperdiciaría un trabajo de Heracles mandándolo adueñarse de unas "simples" manzanas?). Heracles, después de devanarse los sesos (o, más bien, usar la fuerza bruta) para averiguar la localización del jardín en cuestión, y tras arriesgarse a quedar condenado a sujetar la bóveda celeste para toda la eternidad, consiguió hacerse con las codiciadas manzanas y se las llevó a su primo.

La enseñanza frutafílica que puede extraerse de esta historia no reside tanto en la codicia frutal de Euristeo, quien al fin y al cabo, y haciendo gala de un altruismo para nada común entre los personajes de la mitología, devolvió las manzanas a su lugar de origen sin ni siquiera catarlas, sino en la muestra que nos da de hasta qué extremo estaban los dioses (estos sí, frutafílicos confesos) dispuestos a proteger sus preciadas manzanas: situándolas en una localización desconocida, confiando su custodia a ninfas y dragones, y mandando a Atenea devolverlas al jardín, “pues no era lícito que estuvieran en ningún otro [lugar]” (Apolodoro, Biblioteca).

Pero si hay un ejemplo dentro del imaginario griego clásico que deja claro hasta qué punto la frutafilia descontrolada puede provocar una guerra, ese es el de las bodas de Peleo y Tetis.

Jacob Jordaens, Las bodas de Tetis y Peleo. 1636-38.

Durante el banquete organizado por Zeus para celebrar las bodas de Tetis y Peleo, Eris, diosa de la discordia a quien nadie se había acordado de invitar, hizo su aparición estelar en la fiesta dejando caer frente a los dioses una manzana dorada con la inscripción “para la más bella”. La inscripción no deja de ser otra burda excusa, como veíamos con el asunto de la inmortalidad de las manzanas de las Hespérides, para justificar el porqué de que tres diosas se pegaran por hacerse con la preciada fruta.

Las tres divinidades que a partir de ese momento se coronaron como máximas frutafílicas dentro del panteón olímpico no fueron otras que Hera, Atenea y Afrodita. Pero antes que enzarzarse en una pelea física (que hubiera dado mucho de sí en las fuentes clásicas), prefirieron dejar en manos de Zeus la decisión de otorgar la manzana a la más bella (o la más frutafílica, según nuestras sospechas) de las tres.

Obviamente Zeus, que para otras cosas no pero en este caso particular fue extremadamente prudente, se lavó las manos y delegó la responsabilidad en Paris, príncipe troyano que por aquel entonces hacía las veces de pastor. El bueno de Paris, ahora juez improvisado, recibió una oferta de soborno por parte de cada diosa y decidió aceptar la de Afrodita, que le había prometido el amor de la mujer más hermosa del mundo. Así, la diosa se alzó con el título de “la más bella” y, lo que es más importante, sació sus deseos frutales al ser designada acreedora de la manzana de la discordia.

Peter Paul Rubens, El juicio de Paris. 1639.

Teniendo en cuenta que estamos hablando de diosas era de esperar que, por mucho que se dejaran llevar por sus ansias frutafílicas, los resultados de sus actos no las afectasen directamente a ellas, como sí ocurrió en el caso de Adán y Eva. No obstante, la locura frutafílica desatada por el desplante de Eris tuvo como consecuencia última la Guerra de Troya, donde desde luego la ciudad de Príamo y la inmensa mayoría de sus habitantes sí que sufrieron en sus carnes las secuelas de una frutafilia divina descontrolada (lo único que pudo lamentar Afrodita, en todo caso, fue haberse aliado con el bando perdedor mientras que sus rivales por la manzana, Hera y Atenea, apoyaron a los victoriosos griegos).

Para terminar con los griegos, y trasladándonos a un ámbito algo más terrenal, analicemos por último el caso de Atalanta.

Guido Reni, Hipómenes y Atalanta. 1619.

Nos cuenta Ovidio en sus Metamorfosis que Atalanta, diestra cazadora consagrada a Afrodita y dotada de una gran belleza (como no podía ser de otra manera), tenía bastante poco interés en contraer matrimonio y para quitarse pretendientes de encima anunció que sólo se casaría con aquel que la venciera en una carrera. Así sucedió que nadie fue capaz de superarla hasta que llegó Hipómenes, un joven extremadamente avispado.

Aquí entra en acción la divinidad griega frutafílica por excelencia: Afrodita. Como a Afrodita, siendo la diosa del amor, no le hacía especial ilusión que Atalanta rechazara la idea del matrimonio de modo tan radical, le hizo entrega a Hipómenes de un puñado de manzanas doradas con las que pretendía aprovecharse de la debilidad de Atalanta que, como es obvio, era la frutafilia.

Así, cuando Atalanta e Hipómenes comenzaron la carrera, éste fue dejando caer progresivamente las manzanas. Atalanta, con el juicio nublado por su irresistible deseo de catar aquellas maravillosas frutas, fue parándose a recogerlas, y gracias a ello Hipómenes ganó la carrera y, con ella, la mano de Atalanta.

Atalanta, pues, perdió su preciada soltería por no haber sido capaz de resistir sus impulsos frutafílicos. Pero nuevamente la culpa no es de las manzanas, sino del ser humano que se deja subyugar por los placeres del paladar.

Como curiosidad me parece interesante comentar que la relación entre manzanas y matrimonios en la antigua Grecia va más allá del mito de Atalanta. Y es que resulta que los griegos, cuando querían proponerle matrimonio a una mujer, le lanzaban una manzana. Si ésta la recogía significaba que accedía al enlace o, al menos, que daba su consentimiento para iniciar algún tipo de relación. Si tenemos en cuenta lo visto hasta el momento, éste era sin lugar a dudas un método infalible para desposarse: si en Grecia, tal y como nos lo presentan los mitos, el que más y el que menos era frutafílico, ¿quién iba a resistir la tentación de recoger una manzana del suelo, aún a riesgo de tener que casarse con el lanzador de la misma? ¡Cuantísimos matrimonios no deseados debieron llevarse a cabo por la incapacidad de los griegos de resistirse a sus tentaciones frutafílicas!

¡Manzana va!


Algo tendrá la manzana para ser considerada como máximo peligro en materia frutal. Hemos visto que en el caso de los griegos no tiene parangón dentro del podio frutafílico. Y me figuro que muchos habréis pensado igualmente, cuando hablábamos de Adán y Eva, que el fruto del Edén también ha sido siempre por excelencia la manzana. Como tal, desde luego, aparece representado en muchas obras de arte, aunque debo advertiros que esto, al parecer, se debe a una mala traducción de la Biblia (y no es la primera: ¿no os habéis preguntado nunca por qué muchas representaciones pictóricas y escultóricas de Moisés tienen cuernos?).


Aunque si hablamos de manzanas y perdiciones lo primero que se nos viene a la mente es la historia de la buena de Blancanieves.


Confío en que todos los lectores de La Catarsis conocen la historia de Blancanieves, y por tanto no voy siquiera a resumirla. Baste decir que, si bien Blancanieves no tuvo nunca muchas luces, lo que le llevó a confiar en la bruja y a dar el mordisco fatal a la manzana envenenada no fueron su credulidad y su inocencia, sino su frutafilia.


El resto de la historia ya os lo sabéis: los siete enanitos meten a la princesa en un ataúd de cristal y esperan pacientemente a que aparezca el príncipe de turno para que efectúe con éxito la maniobra de Heimlich que le han enseñado en un cursillo exprés de primeros auxilios. Luego viene todo eso del amor a primera vista, los besos castos, la boda y la obligada perdiz como plato principal del banquete nupcial. Y felices para siempre. Pero no perdáis de vista que Blancanieves ha caído en la tentación de la fruta, como muchos otros antes que ella, y eso casi le cuesta la vida.


Bien, pues con todo este recorrido mítico-legendario a través del lado más oscuro de la frutafilia (donde seguro que faltan gran número de anécdotas históricas protagonizadas por el poder seductor de alguna fruta) mi única intención era la de crear un trasfondo para el verdadero propósito de esta entrada.

Y es que, como se ha visto, la frutafilia puede ser motivo de perdición hasta de los más poderosos. Más arriba nos referíamos a los dioses del panteón griego y poníamos al descubierto su debilidad por estos manjares, pero ellos no son los únicos afectados. Otro personaje poderosísimo, aunque este sí de naturaleza plenamente humana, que arriesgó su vida por un puñado de frutas fue el capo de la mafia más famoso del mundo del celuloide: el mismísimo Vito Corleone.


Un personaje de su importancia, jefe de la familia más poderosa de toda Nueva York en los años 40-50, siciliano orgulloso, hombre de honor, modelo a seguir para las futuras generaciones de mafiosos, recibe cinco disparos en un momento de descuido. ¿Por qué? Por pararse a comprar fruta en un puesto callejero.

Muchos atribuirán este desafortunado accidente, perpetrado por dos sicarios de Sollozzo, a la traición de Paulie Gatto. Otros harán recaer gran parte de la culpa sobre Fredo Corleone, uno de los hijos de Vito, que le acompañaba en el momento del atentado y no supo reaccionar a tiempo. Aunque ambos personajes tienen parte de culpa (y toda excusa es buena para mortificar a Fredo), el error crucial que permitió el desarrollo de los funestos acontecimientos no fue cometido sino por el Don quien, incapaz de resistir sus antojos frutafílicos, decidió parar para comprar “algo de fruta” (dos naranjas, para los curiosos).


Parece mentira que un hombre que dice “Me he pasado la vida intentando no ser descuidado” ponga su vida en peligro precisamente por lo que bien podría considerarse un pequeño descuido. Cuando, ya en calidad de consigliere, Vito le dirige estas palabras a su hijo Michael tras haberle advertido que Barzini intentará asesinarle si se reúne con él, parece que se refiere en efecto a tener cuidado de las posibles traiciones que puedan sobrevenirle. Sin embargo, la lectura frutafílica que acabamos de hacer del atentado contra su vida bien podría suponer que las palabras de Vito tuvieran, al menos, un doble sentido: el Don es consciente de su debilidad frutal y se lamenta por ello.

No obstante, ésta no será la última vez que la fruta le juegue una mala pasada a Vito Corleone. Como hemos dicho, el cabeza de familia de los Corleone es todo un hombre, un capo como no ha habido otro. No creáis que por haber recibido cinco tiros mientras intentaba comprar fruta el Don dejó de lado el sano hábito de consumir varias piezas de la misma al día. Él no es vulnerable a esa clase de traumas. Después de su retiro es habitual ver a Vito disfrutando de su filia, no sólo canalizada a través del vino (que no deja de ser zumo de uva fermentado), sino también por medio de frutas como tales.

¿Veis el cuenco en primer plano?
En los últimos momentos de su vida, sin embargo, será de nuevo la fruta la que desencadene la tragedia. Vito juega en el huerto de su casa con su nieto Anthony, hijo de Michael y Kay. Mientras el pequeño riega las tomateras, el Don corta una naranja y se introduce un gajo en la boca. El gajo le da una apariencia simiesca a la cara de Vito, algo que aprovecha para hacer amago de asustar a su nieto, persiguiéndolo posteriormente entre las plantas hasta que sufre un ataque cardíaco y fallece.

Dejando de lado el hecho de que en el huerto hay cultivados tomates (los cuales, pese a quien pese, no dejan de ser frutas, que apuntarían de nuevo a la mencionada filia del Don), la importancia de la naranja dentro de los acontecimientos es innegable. Aunque en la novela se dice que la muerte del Don es debida a un ataque al corazón, ¿no cabría pensar que fue un atragantamiento con la naranja el que acabó con su vida? Quizá algunos recordéis que poco antes de morir Vito se saca el gajo de la boca, lo que nos induciría a descartar esta hipótesis. Sin embargo, las toses del Don que preceden a su fallecimiento más parecen indicar ahogamiento que infarto.


¿Quién sabe? Quizá la frutafilia fuera, en última instancia, la perdición del Don. Al fin y al cabo Don Corleone no deja de ser siciliano, y Sicilia es famosa por sus naranjas (la Arancia Rossa di Sicilia tiene el estatus de Indicación Geográfica Protegida).


En cualquier caso, ha quedado demostrado que la frutafilia puede conducir al desastre si no sabemos controlarla. Pero no es justo que le echemos la culpa a las pobres e inocentes frutas, que no hacen sino servir a su propósito de mantenernos sanos. El que se deja llevar por la frutafilia es porque quiere. Como decía Aristóteles, la virtud está en el punto medio entre dos extremos viciosos: no practicar la frutafilia es inadmisible, pero abandonarse a ella puede tener resultados funestos. Está en vuestras manos, stultos, determinar hasta dónde os dejáis dominar por vuestros primarios impulsos frutales.


Dicho lo cual, el que se atragantase hace un par de noches con las doce uvas que aprenda de Don Corleone y tenga más cuidado la próxima vez.

¡Feliz y frutafílico año 2015!


PD: Os he colado unas marmóreas posaderas hercúleas dentro de esta entrada. Espero que no os hayan pasado desapercibidas. ¡No sólo de fruta vive el hombre! (Ahora, cuando veáis una estatua de Heracles que lleva en las manos unas pelotillas, sabréis que no son sino las famosas manzanas de las Hespérides.)

PD(2): Si nos habéis ido siguiendo por Facebook y Twitter durante el mes pasado habréis visto que nos hemos hartado a promocionar una nueva sección que llegará a vuestras pantallas antes de fin de mes. ¡Paciencia!

PD(3): Al parecer lo de las naranjas en El Padrino empezó por casualidad pero acabó convirtiéndose en tradición. Hay quien dice que la aparición de naranjas en la película presagia la muerte de algún personaje, pero por lo que he leído los diseñadores de producción no tenían en mente esa idea al colocar dichas frutas en determinadas escenas. ¿Casualidad, pues? Podéis leer más aquí y aquí.


Humanistas a la conquista de Facebook