miércoles, 4 de septiembre de 2013

Psicoanálisis estulto no apto para muggles, vol. II


Como sabéis no hace demasiado tiempo que inauguramos esta sección de nuestro blog, pero en el periodo de tiempo que ha mediado entre la publicación del primer volumen de esta serie y el segundo, que os traemos hoy aquí, hemos recibido cientos (qué digo cientos, ¡miles!) de llamadas telefónicas del resto de sujetos de experimentación rogándonos que no publicáramos sus horrocruxes.

“¡A mí no me fastidies! ¡Paso de que me humillen de esta manera!”

“¡Que me devuelvan mi dinero!”

“¡Me engañaron! ¡Yo no quería participar en esta tontería!”

“Yo me llamo Ralph.”

Parece que las vejaciones (¿?) a las que sometimos a los Sujetos Número 1 y 2 han conseguido que el resto de nuestros conejillos de indias se arrepientan de haber colaborado con La Catarsis (menuda novedad), pero… ¡ya es tarde, piltrafillas! ¡Debisteis haber leído la letra pequeña del contrato!

El caso es que le pese a quien le pese, hoy volvemos a la carga con el análisis de los horrocruxes de los Sujetos Número 3 y 4. Pero antes de entrar en materia, y como sabemos que conseguimos seguidores nuevos todos los días que pueden no haber leído el volumen 1 de esta serie, consideramos pertinente repasar algunas de las puntualizaciones que hicimos la última vez:
1. Antes de cada análisis reproduciremos íntegramente la lista de horrocruxes que nos haya mandado el sujeto en cuestión. Todos tenían la oportunidad de añadir, si querían, una explicación (breve, extensa… a gusto del consumidor) del porqué de sus elecciones: algunos lo han hecho, otros no. Esta sencilla decisión puede jugar un papel fundamental en la lectura de los horrocruxes, volviendo el resultado del análisis de los mismos a favor del sujeto… ¡o en su contra!
2. Al final de cada análisis se incluyen dos valoraciones, ambas puntuables sobre cinco: una de ellas mide el grado de trastorno psicológico del individuo (donde 1 = En sus cabales (¿?) / Gilderoy Lockhart; 2 = Ligeramente desviado pero inofensivo / Luna Lovegood; 3 = Integridad mental en riesgo / Sybill Trelawney; 4 = Necesita un psicólogo o dos / Alastor  Ojoloco Moody; 5 = Caso perdido y suscriptor de por vida a La Catarsis / Myrtle La Llorona), y otra indica sus probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo (donde 1 = No hay nada que temer / Argus Filch; 2 = Un “quiero y no puedo” / Draco Malfoy; 3 = Le falta un hervor pero puede liarla parda / Lord Voldemort; 4 = Peligro asegurado / Bellatrix Lestrange; 5 = No existe salvación posible / Dolores Umbridge).
3. Todos nuestros diagnósticos están avalados por la Universidad de Rotterdam y por el equipo médico del Doctor Nick Riviera.


Dicho lo cual, vamos a abordar el primer caso de estudio de hoy:


SUJETO NÚMERO 3

Aquí tenéis la lista de horrocruxes que nos hizo llegar en papiro (por un momento nuestros corazones dieron un vuelco ante la posibilidad de que dichos horrocruxes pertenecieran al gran arquitecto Numerobis; luego pensamos que Numerobis es un buenazo, ergo lo de los horrocruxes no va mucho con él, por lo que desviamos nuestras sospechas hacia Paletabis, némesis de Numerobis… pero tampoco hubo suerte) el Sujeto Número 3, en adelante Indiana:

Lista de horrocruxes:
1. Mechero de leopardo: regalo de Aurora, y con eso de que me encantan los estampados, pues…
2. Escarabajo egipcio: tengo miles en casa, la gracia está en averiguar en cuál de todos está el asunto.
3. Fotografía de una cebra: tengo un cuadro divino de una cebra, pero le he cambiado el formato para adaptarlo más a lo que es un horrocrux. Porque claro, si hablamos de un cuadro, para esconderlo y demás… siendo una cebra… complicado. Tú piénsalo: mi cuadro de la cebra al lado de un Rafael en el Prado. ¡Sería épico! Pero la gente que me estudiase se daría cuenta de mi amor por las cebras y sabría dónde ir. No es muy funcional. 
4. El pollo psicodélico: elijo a Pollo porque es Pollo, ¡uno más de la familia!
(Como este horrocrux precisa de explicación añadimos, sin que sirva de precedente, una fotografía del susodicho:)
Pollo (pajarus plasticosus): dícese de un animal perteneciente a la familia de las aves y fabricado en plástico del malo que tiene la capacidad de emitir luces psicodélicas si se agita con fuerza. Su constitución semi-maleable hace que le aparezcan tumores aleatoriamente (por regla general en la cabeza y donde la espalda pierde su casto nombre). Su duro pelaje acumula más mierda que el palo de un gallinero. Se cree, según cuenta una antigua leyenda maya, que da suerte para aprobar exámenes en la universidad. La acción de ser golpeado en la cara por este extraño espécimen se conoce como “recibir pollazo”.
5. Pluma de pavo real: este horrocrux… no sé, no puedo explicarlo.
6. Peluche de Stitch: fue un regalo de mí para mí misma cuando fui a Disneyland, a donde quería ir desde que tenía 5 años.
7. Un zapato de la Barbie: se lo robé a mi vecina cuando era pequeña, y el caso es que me hizo gracia, ¡porque todavía lo guardo!

Los horrocruxes de Indiana se las traen. Desde luego, y dejando aparte trastornos que venimos diagnosticando a todos los sujetos (como los delirios de grandeza: “imagina mi cuadro de la cebra al lado DE UN RAFAEL EN EL PRADO”, ¡ahí es nada!), podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Indiana es una persona PREVISORA y dueña de una MENTE CALCULADORA. No hay más que fijarse en ese cambio de formato al que somete a uno de sus horrocruxes con el único objetivo de hacer su búsqueda más complicada. Y lo mismo deja traslucir la elección del escarabajo egipcio (“tengo miles en casa”). Una cosa está clara: Indiana no va a ponerle las cosas fáciles a sus enemigos.

Por otro lado, lo que verdaderamente llama la atención de los horrocruxes de Idiana es que vemos en ellos varias OBSESIONES RECURRENTES, a saber:
  • EL CONTINENTE AFRICANO: leopardos, cebras, escarabajos egipcios… además de reflejar, en el caso del leopardo y la cebra, un preocupante gusto por los estampados horteras (que ella misma admite, y que podría darnos pistas de un posible síndrome choni si atendemos al uso del adjetivo “divino” para describir el cuadro), estos elementos dejan entrever que el sujeto siente una profunda atracción por África. Si además le añadimos la pluma de pavo real (y antes de que os llevéis las manos a la cabeza: sí, sabemos que son animales típicos de Asia y no de África, pero no van por ahí los tiros), podemos ver que nuestro Indiana es un fanático de lo exótico.
Hablando de estampados y gente hortera...
  • LO HORTERA: de nada sirve negarlo. Lo de los estampados que comentábamos hace un momento ya lo dice todo. Pero, por si no teníamos suficiente, Indiana escoge a un pollo “psicodélico” en el sentido de colorines, extravagancia, drogas duras y demás. Si juntamos la “psicodelia” con los estampados horteras nos encontramos con… ¡los años 80! Para aclarar de qué estamos hablando os proponemos una demostración práctica, y puesto que lo de repartir LSD entre nuestros seguidores no está bien visto, os invitamos a ver el vídeo de Cindy Lauper para entrar en materia hortera, luego mirar el GIF que hay debajo durante 30 segundos y a continuación echarle un vistazo a la fotografía de Alaska y Mario. ¡Colocón delirante al canto (y gratis)!

Ojito a la bata de leopardo...

[Vídeo extra para quien se haya quedado con ganas de sumergirse más en el universo de la horterez ochentera: We’re not gonna take it de Twisted Sister. A colación de este videoclip hay que decir dos cosas: 1) No nos explicamos cómo el actor que hace de padre no se llevó todos los premios posibles a mejor actuación de 1984; 2) No nos explicamos cómo todavía no nos hemos disfrazado de estos señores en Halloween/en Carnavales/para ir a la universidad.]



  • LOS JUGUETES: el pollo de plástico, el peluche (en nuestro universo los peluches no dejan de ser juguetes, ¿qué pasa?), un zapato de la Barbie… son todos elementos que vinculan a Indiana con esa época en la que todavía tenía dientes de leche y llevaba rodilleras de dinosaurios en los pantalones. No lo sabemos a ciencia cierta, pero casi podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Indiana es una de esas personas que todavía se compran un Happy Meal/Burguer King para hacerse con los juguetitos de turno. Y eso es una cosa muy seria.

Si rascamos un poco la superficie de estas obsesiones, podemos fácilmente llegar a la conclusión de que tienen su origen en EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS DE LA INFANCIA (y en esto Freud coincide con nosotros). Probablemente su obsesión por lo africano se deba a un visionado compulsivo de El rey león y El príncipe de Egipto cuando Indiana era pequeño (bien), alternado con documentales de La 2 y revistas de National Geographic (mal). O tal vez una nefasta experiencia en el zoo –elefantes que te absorben la mano cuando les das de comer cacahuetes,  monos que te despiojan dejando en entredicho tu higiene capilar– dejó esta huella exótica imborrable en Indiana. En cualquier caso, queda descartada la zoofilia como motivo del trauma (¿O… no? ¿Quién no sufriría una obsesión por el continente africano y los estampados horteras tras haber sido violado (a. k. a. “haber sufrido una profanación de ojete”) por una cebra?).

Las cebras no son de fiar. Y si bailan, menos todavía.

En lo que a su obsesión por lo hortera se refiere, no hay de qué preocuparse: es benigna. Todos los que tenemos padres que moceaban (¡mocear, qué bonito verbo!) en los 80 con algo de glam rock sonando de fondo sabemos lo que es abrir un armario y encontrarnos una chupa de cuero con hombreras, pendientes de plumas, leggins de leopardo, cinturones con tachuelas y un bote de laca con fecha de caducidad de 1985 (¿ah, pero la laca caduca?). Es más que probable que Indiana creciera con algún disco de Bon Jovi de fondo, o con Alaska y El rey del glam, lo cual justifica su delirio hortera. El problema estaría, por ejemplo, en que Indiana viviera en algún lugar como Móstoles (Brónxtoles para los amigos) o Vallecas, ya que en ese supuesto su gusto por el leopardo, como ya hemos dicho más arriba, podría traducirse en un alter ego choni. Y eso necesita de tratamiento psiquiátrico y un buen par de hostias para arreglarse.

Si Indiana fuera este tipo de persona, tendríamos un problema.

Por último, en relación con los juguetes podemos deducir claramente que Indiana no fue un niño feliz. ¿Qué infante sentiría la necesidad de autorregalarse un peluche para compensar su insatisfacción por no haber visitado Disneyland en su debido momento? ¿Qué crío le hubiera robado un zapato de la Barbie a alguien, con lo que fastidia encontrarse luego con un tacón desparejado? ¿Qué persona en su sano juicio confiaría un séptimo de su alma a un pollo de plástico, además de creer ciegamente en los supuestos poderes de dicho pollo para ayudar a aprobar exámenes en la universidad? Obviamente, la respuesta a todas estas preguntas es un niño traumatizado. Quizá un niño que no tuvo suficientes juguetes siendo pequeño, o tal vez un niño que descubrió que [SPOILER ALERT] los Reyes Magos eran un invento del Corte Inglés cuando aún era demasiado joven, o tal vez un niño muy malvado que nunca se conformó con lo que tuvo. ¿Quién sabe?

Y es que hay niños muy hijoputescos...

Pero dejando a un lado los traumas de Indiana, vamos a centrarnos ahora en su potencial como genio malvado. ¿Lo tiene? Evidentemente . Como decíamos al principio de este análisis, Indiana hace gala de una MENTE CALCULADORA digna de cualquier villano que pretenda sobrevivir durante más del 98% del metraje de una película. Y no solo eso: la elección de un mechero como horrocrux obviamente deja ver una clara TENDENCIA PIRÓMANA que debería hacer que a todo bombero que se precie le temblaran las piernas. Porque si algo ha dejado claro Indiana son su CRUELDAD y DETERMINACIÓN: quiero un peluche de Stich, me compro un peluche de Stich, le pese a quien le pese. Quiero un zapato de la Barbie, ROBO UN ZAPATO DE LA BARBIE, Y ME REGOCIJO: “[…] el caso es que me hizo gracia, ¡porque todavía lo guardo!” Me gustaría ver a la vecina de  Indiana llorando el zapato perdido desde su tierna infancia hasta la fecha: si esto no es una forma de bullying despiadado a largo plazo, que me digan qué lo es.

Para más inri, su debilidad por los escarabajos egipcios hace que tengamos que plantearnos la posibilidad de que Indiana domine algún ARTE OSCURO al estilo del Alto Sacerdote Imhotep (no olvidéis llevar siempre un gato en el bolsillo por si os topáis con un malo de estos) o, lo que es peor, al de Hotep y Huy…  con cante y todo (contrariamente a la opinión popular, los malos que cantan NO pierden credibilidad), y secundado por una plantilla interminable de dioses egipcios. Además, no podréis negarme que esos TRAUMAS DE LA INFANCIA suelen traducirse luego en rencores profundos y ansias de venganza, dando lugar a MALVADOS DESPIADADOS tales como el Dr. Doofenshmirtz y O-Ren Ishii.

Total, que por inocentes que puedan sonar los horrocruxes de Indiana en un principio, ya vemos cómo detrás de ellos se esconde un verdadero cerebro del mal que podemos comparar al de Ralph Wiggum. Y antes de que os echéis a reír, RALPH TIENE MUCHO PELIGRO: colecciona traumas de infancia y comparte con Indiana el ansia pirómana, así como el gusto por lo exótico. Además, es indestructible, incansable, perfectamente capaz de lidiar con la policía sin levantar sospechas (minuto 1:13)… ¡Y para más inri, cuando le pica la medusa (minuto 2:44) dice que se va a ÁFRICA, nada menos! ¿Coincidencia? No lo creo.


No sé si os ha quedado claro o no, pero Ralph Wiggum es a Los Simpson lo que Claudio a Yo, Claudio. ¿Me explico?


CONCLUSIÓN: Una vez analizados los horrocruxes de Indiana, en grado de trastorno psicológico le damos un…

2 = LIGERAMENTE DESVIADO PERO INOFENSIVO


Puede que Indiana sea malo, pero en lo que a integridad mental se refiere tiene la cabeza bastante bien amueblada. Los traumas de infancia son algo que todos tenemos, así que en ese aspecto no hay por donde cogerle, y aunque su inclinación hacia lo hortera nos haga sospechar de que las cosas pueden ir a peor, de momento todo parece estar bajo control.

No debemos confiarnos, no obstante. Lo de la “psicodelia” no augura nada bueno. No coqueteéis con las drogas, niños, que son malas.


Pero si bien en trastorno psicológico Indiana parece no destacar demasiado, en lo que a sus probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere no podemos darle menos de un…

3 = LE FALTA UN HERVOR PERO PUEDE LIARLA PARDA


¿Tanto, tanto, al final para darle un triste tres (comiendo trigo con un tigre en un trigal)? Bueno, no olvidemos que Lord Voldemort es el malo malísimo de Harry Potter, pese a que nosotros lo tengamos un poco en baja estima. Pero, si os fijáis, de Indiana hemos dicho que tiene una mente calculadora, que es cruel y hace gala de una gran determinación, que puede hacer uso de ciertas artes oscuras, que los traumas de la infancia le han vuelto malvado con la edad… ¿qué pasa, que si no decimos que no tiene nariz no lo asociáis con Voldemort? ¡Tenéis que aprender a hilar más fino, hombre!

Cualquier día nuestro Indiana irá por la calle repartiendo maldiciones Crucio a diestro y siniestro, o gritando “¡KALI MA!” y arrancando corazones, y tendréis el valor de haceros los sorprendidos y decir “¡Es que a mí nadie me avisó de que esto podía ocurrir!”.



Y ahora, vamos con el…


SUJETO NÚMERO 4

Aquí va la lista del Sujeto Número 4, en adelante Malévich:
1. Cadena con reloj de plata y cuerda que mi padre le regaló a mi madre cuando eran novios. Dado el buen cauce de esa relación (jajaja) mi madre me lo dio a mí y es uno de los objetos que más aprecio, por el vínculo que tiene con la formación de mi familia, la historia personal que contiene. El que sea un reloj con cuerda y labrado hace que tenga algo de fundamental y esencial que me encanta.
2. El cuadro que le pintó a mi abuela uno de sus amigos y que es único y dedicado a ella. Algo que lleva impresa la gran amistad que les unía y la importancia de la gratitud. Sé que es una obra que mi familia va a preservar por el valor sentimental que lleva consigo, y el reflejo y constatación de la personalidad de mi abuela, por lo que tiene una gran importancia.
3. Collar con paloma de oro de mi madre: es una de las joyas que lleva mi madre desde que era pequeña. Recuerdo perfectamente el cumpleaños en el que se lo regaló mi padre, y el tintineo de la cadena al chocar con la paloma es uno de los sonidos que más me recuerdan a mi infancia, con esa seguridad que te da el saber que cerca de ti esta tu madre, que tanto te quiere y te cuida.  Puede que el collar se funda, se transforme, pero su esencia siempre va a estar ahí.
4. Libro manuscrito original de Los Elegidos, de Marianne Curley: uno de mis libros favoritos. El primer libro de amor y acción que leí y que me fascinó. Muchas veces creo que ese momento fue en el que me convertí en una lectora asidua, y estoy segura de que no sería en absoluto la misma persona si no hubiera sucedido así. El manuscrito es donde surge todo este mundo, por lo que es ahí donde colocaría el horrocrux.
5. Cuadro La Virgen rezando de Filippo Lippi: me encanta el arte, pero sin embargo, este cuadro no lo elijo por una razón de gusto (aunque su belleza es clara), sino por la relación personal con él. Este cuadro está colocado en la habitación en la que duermo en casa de mi abuela, y desde siempre me he preguntado quien sería aquella mujer, su historia, la historia del pintor, y hasta he llegado a desear que fuera el original... Este cuadro ha visto un siglo entero de mi familia, y tal vez pueda compartir su visión.
6. Mis diseños de moda: aunque no son de gran calidad, la ilusión con la que están concebidos hace que tengan ya una parte de mí, ya que a través de ellos puedo reconocerme y recordar los momentos en los que los hice.
7. Mi diario: es ahí donde he volcado mis ilusiones, mis anhelos, mis experiencias. Si lo leo rememoro momentos importantes de mi vida, y lo veo como un modo de conocerme y de tenerme presente.
No sé bien por dónde empezar, pero tanta mención a la FAMILIA me eriza los pelos de la nuca y vuelve a recordarme a Michael Corleone. Y repito lo que ya dije en el volumen 1 de esta serie: querida Malévich, si tienes algún tipo de relación con los Corleone (o con sus descendientes más directos) necesito que me pongas en contacto con ellos.

Si lo dice Vito Corleone, va a misa.

A primera vista, lo que sorprende de estos horrocruxes es su aparente FALTA DE MALDAD, ¿verdad? Bien, pues no quiero alarmaros pero os recuerdo que uno de los horrocruxes de Voldemort era precisamente su diario, y otro era el guardapelo de Salazar Slytherin (y aquí Malévich elige un collar), así que… ¡no os fiéis de las apariencias!

Voldemort se ríe porque sois unos confiados...

Una de las cosas que más puede llamarnos la atención al leer esta lista es que resulta ALTAMENTE MATERIALISTA. Y no materialista de cartón piedra, sino materialista de metales nobles. ¿Acaso nos encontramos ante algún miembro de la realeza, de sangre azul? Una cadena con reloj de plata y cuerda, un collar de oro, ¡La Virgen rezando de Filippo Lippi! Y aunque Malévich no es el primer sujeto que elige un libro para contener parte de su alma, en este caso no nos encontramos con un ejemplar cualquiera de dicho libro, sino con el manuscrito original del mismo. Esto ya es otro nivel.

Pero volvamos al tema de la FAMILIA (esa familia que no sabemos si es real o qué… ¿serán estos los horrocruxes del príncipe Felipe? ¿Será el príncipe Felipe un aclamado diseñador de moda encubierto?). No hace falta ser muy agudo para darse cuenta de que la imagen de la matriarca es básica: no solo la madre de Malévich es un pilar básico de los horrocruxes de la susodicha, sino que también lo es su abuela. ¿Quiere esto decir que nos encontramos ante una dinastía dentro del mundo de la mafia parecida a los Corleone, pero liderada por mujeres? De ser así, ¿a qué espera Francis Ford Coppola para llevar su historia al cine?

Además de esta interesante (y cinéfila) teoría, tanta mención a papá y mamá nos hace pensar en un caso de MAMITIS AGUDA, entendiéndose por “mamitis” no la inflamación de la mama (¿?), sino esa dependencia extrema de tu progenitora, así como el acto de echarla de menos cuando no está. Podríamos ir más allá y sacarnos de la manga un COMPLEJO DE EDIPO NEGATIVO tergiversado hasta niveles insospechados, y hablar de parricidio y conceptos similares hasta desatar una investigación criminal centrada en la figura de nuestra Malévich que daría lo suficiente de sí como para hacer una serie de HBO al respecto, pero nos parece ir un poco lejos. Lo que no se puede negar, desde luego, es que nuestro sujeto de estudio tiene un vínculo madre-hija digno de la princesa Mérida y su madre Elinor.

Después de una hora embobada con los GIFs de Mérida chiquitica, Mil215 retoma la entrada.

También huelga decir que el “yo, me, mi, conmigo” está muy presente en la lista de Malévich, así que tenemos que volver a mencionar el EGOCENTRISMO del que hacen gala la mayoría de nuestros sujetos de estudio. Claro que, en este caso, y teniendo en cuenta nuestras sospechas en cuanto a la pertenencia de Malévich a la mafia o a la realeza, se trata de un egocentrismo distinto. Como más justificado, por así decirlo. ¿De qué le hubiera valido a Vito Corleone pensar en los pobrecitos de a pie como nosotros? ¿Qué cosas buenas podrían salir del hecho de que Juan Carlos I bajara a tomarse un café a la facultad con nosotros? ¡Nada! Así que no podemos reprocharle a Malévich que solo piense en sí misma.

Por otra parte, y aunque antes nos hemos detenido a señalar el aspecto materialista de los horrocruxes de este sujeto, tenemos que admitir que también es fácil darse cuenta de que Malévich tiene un GRAN MUNDO INTERIOR cultivado gracias a su faceta de “lectora asidua”. Y si tomamos en consideración que la novela que ha elegido es de (y cito textualmente) “amor y acción”, podemos imaginarnos que ese mundo interior de nuestra querida Malévich está impregnado de esa SENSIBILIDAD y SENTIMENTALISMO EMPALAGOSOS que la caracterizan. Ya está, ya lo hemos dicho: en nuestra última entrada nos quejábamos del sentimentalismo del Sujeto Número 2, pero nuestro Sujeto Número 4 ha batido todos los récords. De hecho, para analizar esta lista de horrocruxes y no desfallecer en el intento tengo que tener abierta una pestaña en Google con chistes de humor negro (y ya sabéis, el humor negro es como las piernas: se tiene o… no se tiene), para combatir el exceso de dulzura de los horrocruxes de Malévich.

Aquí va una pequeña dosis de violencia gratuita para traeros de vuelta al mundo real.

Bien, pasemos ahora a analizar a Malévich como Malo Malísimo en potencia, porque como hemos podido comprobar, a nivel de trastornos psicológicos no tenemos mucho que decir. ¿Cómo de malo puede llegar a ser Malévich? Me juego el cuello a que la mayoría de vosotros os pasaréis por el arco del triunfo la advertencia que he hecho más arriba y diréis: “Malévich no tiene un pelo de malo. Es un santo”.

San Malévich.

¡Pues os equivocáis! ¡Malévich os ha estado engañando a todos! Os la ha colado ya con su primer horrocrux: “Cadena con reloj de plata y cuerda”. ¿Pensabais acaso que era un reloj corriente y moliente? ¡No! ¡En realidad es un eufemismo para referirse a un GIRATIEMPO! Y las personas que tienen giratiempos jamás albergan buenas intenciones. Pensemos, por ejemplo, en Hermione Granger: ¿qué es esa excusa de querer un giratiempo para poder ir a más clases? Todo mentira. Ni siquiera un empollón de la talla de Granger utilizaría un giratiempo para semejante chorrada. ¡Más bien estamos hablando de un giratiempo para volver atrás en el tiempo y desatar el caos! ¿Quién nos dice que Malévich no está intentando desbarajustar nuestra línea temporal y acabar con nuestra existencia en este mismo momento?

Imaginad que Malévich es como Homer y al viajar en el tiempo se pasa por el forro el consejo de "No toques nada"...

También les habéis hecho mucho el vacío a los diseños de moda. ¿Qué de malo pueden tener, al fin y al cabo? Son inofensivos, ¿no? PUES NO. Imaginad que Malévich diseña vestidos como el que lució Nicki-Minaj de Versace en los Grammy de 2012, o como los que suele llevar Lady Gaga en su vida diaria, o… peor aún, que es una Agatha Ruiz de la Prada en potencia y, al instaurar su dictadura del terror, NOS OBLIGA A TODOS A VESTIRNOS ASÍ:

Hombres del mundo, no os confiéis, porque puede que Malévich sea como Alexander McQueen, le dé por diseñar ropa de tío como esta y os obligue también a llevarla. Nadie está a salvo.

Yo no sé a vosotros, pero a mí me parece temible.

Pero ojo, que he dejado lo mejor para el final. Entiendo que esto haya podido pasaros inadvertido a los que no estudiéis Historia del Arte, o incluso a los que estudiéis Historia del Arte pero no hayáis cursado la asignatura de Inicios del Arte Moderno (o similares) con Valdovinos, pero una servidora no ha podido evitar que se le ponga la carne de gallina al leer lo de “Cuadro La Virgen Rezando de Filippo Lippi”. ¿Por qué? Porque el amigo Filippo Lippi TIENE DEL ORDEN DE OCHOCIENTOS MIL CUADROS DE VÍRGENES DISTINTAS que no hay quien se estudie, ni distinga (–Pero si en este dice que la Virgen está rezando, es una aclaración muy grand-… –¡A CALLAR!), ni recuerde, ni nada. De modo que, a ese respecto, elegir un cuadro de una virgen de Lippi para contener un horrocrux es un gesto que sobrepasa los límites de la maldad permitida para un historiador del arte. Probablemente, aunque el cuadro fuera en efecto fácil de encontrar, la mención de las palabras “virgen” y “Lippi” en una misma frase bastarían para hacer que la cabeza del historiador del arte explotara. Más aún teniendo en cuenta que ni siquiera es el cuadro original, lo que multiplica exponencialmente el número de ejemplares existentes. Para que os hagáis una idea los que no queréis tener nada que ver con el arte, la maldad que Malévich ha demostrado en esta elección puede igualarse a la del señor al que se le ocurrió la idea de meter puzzles como sorpresas en los Huevos Kinder… ¡ahí es nada!

No solo lo digo yo, lo dice también Desmotivaciones. ¡Qué gran verdad!

Visto lo visto, creemos que si tuviéramos que equiparar el genio maligno de Malévich con el de algún otro personaje, nuestra elección sería el Hada Madrina de Shrek 2. Mujer todopoderosa donde las haya, dueña de un verdadero imperio como es la Fábrica de Pociones del Hada Madrina, defensora a ultranza de su familia (el Príncipe Encantador, primo lejano de Jaime Lannister), amante del lujo y el aparato, y aparentemente inofensiva pese a ser en realidad un verdadero cerebro criminal en la sombra. ¡Y además, tiene estilo (cosa que no hemos dicho que Malévich tenga, pero se intuye claramente que así es)! En resumen, una enemiga a tener en cuenta.




CONCLUSIÓN: Analizados los horrocruxes de Malévich, en grado de trastorno psicológico le damos un…

1 = EN SUS CABALES (¿?)


Malévich puede estar tranquila: está muy lejos de sufrir un trastorno psicológico remotamente similar al que sufrimos los miembros de La Catarsis. No obstante, el simple hecho de ofrecerse a participar en este estudio pone un poco en entredicho su buen juicio (de ahí lo de añadir un par de signos de interrogación a eso de “en sus cabales”). Recomendamos a Malévich que ponga fin de manera radical a su relación con este blog, olvide todo lo que ha leído aquí, y no piense ni remotamente en interactuar con los miembros fundadores de este disparate bloguero en la vida real. Así, y solo así, conseguirá librarse de un más que probable deterioro neuronal a largo plazo.


Y ahora, en lo que a probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere vamos a otorgarle un…

1 = NO HAY NADA QUE TEMER


Antes ha tenido que vérsenos el plumero: no hay por dónde coger a Malévich. Toda la argumentación que habéis leído unas líneas más arriba no era sino la manera de justificar que nuestro sujeto de estudio nos hubiera enviado sus horrocruxes. ¡No hay ningún atisbo de maldad en los mismos! Esto podría mosquearnos ligeramente si nos planteamos la idea de que no puede existir alguien tan bueno como Malévich, ¡pero es cierto que existe! Mal que nos pese, y aunque no queramos creerlo, hay gente a la que no le interesa dominar el mundo. Desde La Catarsis os animo fervientemente a proponer a Malévich como nueva Ministra de Magia y/o Directora de Hogwarts, visto lo buena gente que es. ¡O como poco habrá que darle una Mención Honorífica a la Bondad Personificada, o algo!

(¿Os habéis planteado la posibilidad de que Malévich nos haya sobornado con un suministro de mazapanes y Guinness de por vida para que la declaremos inocente e inofensiva, cuando en realidad es una Dolores Umbridge en toda regla?)


Y hasta aquí el segundo volumen del Psicoanálisis Estulto no apto para Muggles en La Catarsis Erasmista. Ya sabéis que podéis ahorraros las cartas de protesta para que no publiquemos vuestros casos en un futuro próximo, ya que las usaremos para cubrir los baldosines de la cocina cuando hagamos huevos fritos y que no se quede todo pringado de aceite. Esperamos nuevamente que esta entrada haya cumplido con vuestras expectativas y hayáis pasado un buen rato a nuestra costa (y a la de nuestros sujetos de estudio), y si no, siempre podéis buscarnos en la cafetería de la facultad de Geografía e Historia de la Complutense para pegarnos una paliza. Pronto estaremos de vuelta con los Sujetos Número 5 y 6.

Hasta entonces, ¡feliz vuelta al cole!


Y recordad:

Sabemos que nada os haría más felices que oír esta frase salir de la boca del profesor de turno, pero... lamentablemente, hay pocos profesores/directores/decanos tan enrollados como Dumbledore. ¡Suerte con los exámenes de septiembre, universitarios! ¡Encomendaos a Erasmo en caso de necesidad, o a Lina Morgan!

2 comentarios :

  1. No sé si indignarme o no. Hacéis lo análisis como si fueran unos dichosos genios malvados pero luego los dejáis a la altura del betún en cuanto a maldad ¿EN SERIO? JUM

    Solo diré que espero el siguien Psicoanálisis Estulto y espero que salga antes de 1 mes

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  2. JAJAJAJA
    Muerome de lo cursi que puedo llegar a ser.
    En mis cabales no sé si estoy, porque tengo un toquecito a ver si me animo a ser un poco más maligna, que que sosed xD.

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Cualquier corolario absurdo será bien recibido, así que no te cortes.

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