Frutafilia

Antes de desarrollar esta entrada, lo primero que tenemos que preguntarnos es: ¿qué es la frutafilia? Y como, por suerte o por desgracia, ninguno de los aquí presentes es etimologista ni redactor de diccionarios en sus ratos libres, qué mejor que acudir a ese pozo de sabiduría que es la RAE (Real Academia Estulta) en busca de una definición para semejante engendro lingüístico:

frutafilia.

(Del lat. fructus y del gr. φιλία).

1. f. Amor a las frutas.

2. f. Atracción por la fruta o alguno de sus aspectos.

3. f. Pasión por las frutas, y especialmente por las jugosas y apetitosas.

4. f. Perversión sexual de quien trata de obtener el placer erótico con frutas.

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En síntesis, la frutafilia consiste en amar la fruta. La frutafilia es alabar la jugosidad de una pera recién cogida del árbol. La frutafilia es deleitarse en la contemplación de un albaricoque a través del cristal de la frutería de turno. La frutafilia es abrazar una sandía en medio de un mercadillo, sin importar ni el “qué dirán” ni que el primo de la cantante de Camela te persiga luego lanzándote bragas de las de 6 por 6€. La frutafilia es llevarse una piña tropical a esquiar y ataviarla con una bufandita a medida para que no coja frío. La frutafilia es pegarle un mordisco a una granada sin pelar y sonreír triunfante tras ello. La frutafilia es ir a Mercadona, enfundarse un guante de plástico, coger una manzana, adoptar una pose afligida y un tono dramático y recitarle aquello de:

¡Comerte o no comerte, esa es la cuestión! - ¿Qué debe

más dignamente optar el apetito noble

entre sufrir de tu sabrosa imagen

la tentadora visión, o rebelarse

contra un mar de tentaciones, y afrontándolo

hincarte el diente sin demora?

(Naranhamlet, obra inédita de William ShakesPEARe)

Ya lo decía el cuarto de nuestros “Síntomas del Síndrome del Chichinabesquismo severo”: la frutafilia es indicio inequívoco de que estás mal de la chota eres un estulto en potencia. Y antes de que os abalancéis sobre nosotros armados con rastrillos y antorchas tachándonos de herejes presuntuosos y con la intención de mandarnos a la hoguera por escribir semejantes burradas, que conste que lo de que la frutafilia es condición indispensable para ser un estulto no es algo que nos hayamos sacado nosotros de la manga: fue el mismísimo Erasmo de Rotterdam quien dio nombre y elogió a esta filia ya desde la Edad Moderna.

Echémosle un vistazo, si no, a alguno que otro de los Adagia de Erasmo:

“De dos plátanos, elige el que esté pocho.”

“No existe posesión de mayor precio que una manzana madura; en ésta suelo descansar, y con ella consolarme de los posibles desafueros de la fortuna.”

“Las vitaminas del kiwi son el origen de las hazañas de todos los héroes.”

“La verdadera amistad llega cuando compartir una mandarina entre dos parece ameno.”

“El que conoce el arte de sacar las pepitas de una uva sin romperla ignora el aburrimiento.”

Nos parece que, citando fuentes de la envergadura de Erasmo, queda demostrado más que de sobra que lo de la frutafilia no es una cosa banal. No es que a nosotros se nos ocurriera, así, en un momento de absoluto aburrimiento en la cafetería de la facultad, besar una manzana antes de comérnosla…

Imaginaos que la segunda boca de Alien es una persona, y Ripley una manzana… pues así.

… o que despegáramos las pegatinas de las mandarinas y nos las pusiéramos en la frente mientras deambulábamos por la biblioteca de Geografía e Historia, no.

En La Catarsis Erasmista abogamos orgullosos por un dominio cutre del Photoshop GIMP.

Esto tiene su base histórica, y como tal, va a misa.

Y como aquí en La Catarsis Erasmista honramos y veneramos a la figura de Erasmo de Rotterdam en toda su extensión chichinabesca, no podemos sino rendirnos ante los encantos de estos manjares, primos lejanos del que tentó a Eva, y confesarnos frutafílicos hasta la médula.

En nuestro afán de erudición nos hemos dedicado a buscar los últimos vestigios de frutafilia en la actualidad, resultando nuestra búsqueda, para qué negarlo, poco fructífera…

…y nos preguntamos (con este tono filosófico), ¿por qué? Raro es el niño de hoy en día que no prefiere meterse los Kinder Bueno de siete en siete antes que pegarle un mordisquito a una manzana. ¿Dónde ha quedado el noble arte de comer fruta?

Hasta los jedi son conocidos por su frutafilia… aunque, claro, lo de usar la Fuerza da muchísimo más caché que comer con cuchillo y tenedor.
(“¡Anakin, con la comida no se juega!”)

¿Qué le ha hecho la fruta a esta sociedad para que la margine de esta manera? Desde la Catarsis Erasmista emprendimos una búsqueda desesperada de documentos que animen al colectivo a unirse a la saludable tendencia frutafílica, y nos encontramos con testimonios que deberían, al menos, hacer que la gente se replantee su postura.

En primer lugar contamos con pruebas gráficas de que uno de los más grandes actores de todos los tiempos es frutafílico perdido… y si no, atentos a estas imágenes:

Palabra de Jack Nicholson: “Por mucho que los hombres traten de suprimir su frutafilia, siempre serán incapaces de hacerlo”. Y os lo dice un tío que hacha en mano acojona a todo el que se le ponga por delante (y si no, observad cómo teme por su vida este pobre técnico durante el rodaje de El resplandor), yo lo tendría en cuenta.

Más pruebas: amar es conocer y aceptar al prójimo con sus defectos y virtudes. Y es que generalmente, cuando uno conoce algo demasiado bien se acaba dando cuenta de que todo tiene un lado oscuro. Las frutas no iban a ser menos, ¡pero no por ello hay que dejar de amarlas! En las manos inadecuadas, cualquier arándano puede convertirse en un arma letal, pero eso no significa que debamos cargar con la culpa de tan atroz circunstancia al pobre arándano, ¡sino a aquel que lo empuña! No obstante, esos genios del absurdo a los que gustamos de citar a menudo, los Monty Python, nos enseñaron cómo podemos defendernos en situaciones así…

Y si dedicarle un sketch a esto no es ser frutafílico, que venga Ningirsu y lo vea.

También conviene señalar, como rama extremista de la frutafilia, una que está en consonancia con la última de las acepciones del término que consignábamos arriba… Y es que, damas y caballeros, tal y como anunciamos en una de nuestras primeras entradas, nos complace presentarles el género del porno frutal (y antes de que alguno se escandalice, puntualizamos que no tiene nada que ver con la introducción de frutas en diferentes orificios corporales).

Y no nos referimos solo a este género dentro de la fotografía, con imágenes que a más de un frutafílico le pondrían los pelos de punta, y que podemos encontrar por medio de una búsqueda inocente en Google…

El porno frutal ha trascendido las barreras de la imagen estática y ha llegado al Séptimo Arte. El cineasta pionero dentro de este género no es otro que Jack Black, que con el vídeo que os dejamos a continuación revolucionó el mundo de la fruta y sus connotaciones sexuales (AVISO: el nivel de erotismo del vídeo puede herir sensibilidades si no estáis acostumbrados a este tipo de cosas).

En el fondo a los miembros de la Catarsis nos da una envida tremenda no tener los medios técnicos suficientes como para grabarnos bailando encima de una raja de sandía gigante, todo hay que decirlo.

Conclusión: es necesario resucitar al frutafílico que reside en el fondo de todos nosotros, amigos. Ganaremos en salud, en felicidad y en estulticia. ¿Qué más se puede pedir?

No te lo pienses más y besa una manzana:

¡DI “SÍ” A LA FRUTAFILIA!

(Y recordad: la culpa es de los padres, que las visten como frutas.)

Y si no, que se lo digan a Matt Damon...